1. El Contrato Matrimonial.
Capítulo 1. El contrato matrimonial.
Mi nombre es Giulietta Dalmasso Cruz, mamá falleció de Lupus cuando yo tenia catorce años, papá hizo su mejor esfuerzo por darme todo su amor y protección, desde pequeña siempre destaqué ante el mundo por mi increíble CI (coeficiente intelectual) pero gracias a María Cruz, mi madre, continué mis estudios en el grado que me correspondía,
-- “dejen que viva su infancia” , “quiero que sea una niña feliz” -- Recuerdo como si fuera ayer aquellas palabras de mamá.
Termine la escuela a los 16 años e ingrese a la mejor universidad de España para estudiar Biotecnología, La UPV, la prestigiosa Universitat Politècnica de València, por ser menor de edad, tuve que quedarme en el área de internado, eso nunca me molesto, para mí lo más importante era averiguar porque mi madre sufrió dicha enfermedad. Por años escuche que se encontraba en los genes, sin embargo, papá se ha encargado de que cada año me hagan un examen para descartar tal enfermedad, según mis últimos resultados está comprobado que es imposible e improbable que yo también padezca la misma enfermedad, por eso me he dedicado a estudiar cada célula viva y cada microorganismo existente, en personas con enfermedades complejas.
Cuando tenía diecisiete años, papá tuvo un accidente de autos y lamentablemente la pareja contra la que se accidento falleció en el acto, él estuvo en coma desde ese momento y por muchos meses y años más, los médicos no podían afirmar cuando despertaría y yo no podría seguir estudiando en el extranjero, en esa época necesitaba del apoyo económico de papá, tuve que pedir un permiso especial y dejar el internado por unos días, debía volar de urgencia a casa en Roma, Italia. Quería ver a mi padre, aunque sabía que él no podría hacerlo, lo más extraño fue que al día siguiente de ocurrido el accidente un hombre llego a casa con la copia de unos documentos, papá podría terminar en la cárcel por asesinato en tercer grado.
Casi me muero cuando leí que podría perder a papá en una cárcel del país. Mi padre necesitaba quedarse en el hospital privado, para que puedan tratar el coma provocado por su accidente, mi padre no podía hablar para contar lo sucedido, en el juicio serían las palabras de los herederos de los fallecidos, contra la palabra muda de mi padre en coma, y yo en ese momento sin un centavo, porque los tramites para poder acceder a las cuentas demorarían mucho tiempo, según me indicaron los abogados, además era menor de edad, con mi pasaporte italiano lo único que podía hacer a mi edad era viajar sola, nada más. Intente localizar por todo los medios a esas personas, pero no logre nada, a los días, así como me llegó la copia del documento judicial, también me llegó otro sobre, está vez dirigido a mí. Mi nombre aparecía en el sobre con letras mayúsculas y en negrita, parecía que la persona que envió dicho documento me estaban advirtiendo algo.
Abrí el sobre y no podía creer lo que encontré en él, el documento era un contrato matrimonial. Decía que debía contraer matrimonio ese mismo día con el hijo de las personas que fallecieron en el accidente, él pasaría a ser mi tutor legal mientras yo no tenga la mayoría de edad y también él sería el encargado de administrar nuestra fortuna, en pocas palabras sino me casaba con ese hombre y le entregaba toda nuestra fortuna, papá moriría preso en una cárcel, porque sería imposible que, en ese lugar, puedan tratar su coma.
Así que no tuve mas remedio que aceptar dicho contrato, la única clausula que pude exigir, fue que papá debía continuar internado en el hospital y los gastos debían ser cubiertos con nuestro propio dinero, no me interesaba que ese hombre pagué mis estudios,
Recuerdo el día de la boda como si fuera ayer, un automóvil fue a buscarme a casa de papá, me llevaron a un salón de belleza donde me arreglaron el cabello, las uñas, me maquillaron y me entregaron un vestido de novia que debía ponerme en ese momento, ni siquiera se preocuparon si me podría quedar, el tiempo paso tan rápido que al llegar a la iglesia pude notar que habían muchos invitados, pero ninguno era m*****o de la familia de papá, ni siquiera los trabajadores de la empresa o los empleados de nuestra casa estaban presentes, al parecer todos los invitados eran por parte del novio. Sentía en cada paso que daba al ingresar sola a esa iglesia, que estaba pagando más de lo que debía, las luces de los flashes me cegaban, no entendía como este hombre podía celebrar una boda tan grande, con tantos lujos e invitados solo a cinco días de haber fallecido sus padres.
Cuando llegue al altar y levante la mirada para ver con quien me estaba casando, nunca olvidare aquellos ojos azules que me miraban con odio. Era Sebastián Carusso Conte, un empresario italiano de veinticinco años de edad, medía un promedio de un metro ochenta y cinco, el traje le quedaba a la medida y se podía apreciar los enormes músculos que sobresalían a través de él, cejas pobladas, cabello oscuro y ojos azules, tenía la barba un poco crecida, parecía que no se había afeitado desde el día en que sus padres fallecieron, la verdad, me dio un poco de pena pensar en la situación por la que había pasado, no podía negar que era un hombre muy hermoso, pero yo estaba tan molesta por tener que seguir este juego, que no me importo si él estaba sufriendo o no.
El matrimonio termino por fin, por suerte no se le ocurrió hacer una fiesta de celebración, si lo hubiera hecho, pensaría que este hombre no tiene corazón. Nos subimos en el automóvil de los novios, que estaba lindamente decorado, todavía no entendía porque tantos detalles, para una boda con una desconocida.
-- ¿Se puede saber a dónde estamos yendo? – le pregunte al fin, para terminar con ese silencio que me comenzaba a poner nerviosa,
-- Ahora eres mi esposa, eso no debe interesarte – escuche el tono ronco de su voz cuando me respondió, que tenía que ver que sea su esposa, con querer saber a donde me estaban llevando,
-- Te puedo preguntar entonces ¿Qué ganas al contraer matrimonio conmigo? – tuve que hacer la pregunta, porque, aunque era una joven de diecisiete años, mi coeficiente hacía que mi mente avanzara como una genio de veintiséis, de pronto el tipo se lanzó sobre mí, jalándome hacia abajo de las caderas, para quedar encima mío dejándome inmovilizada,
-- Acaso debo ser rudo para conseguir que te calles – lo escuche decir muy cerca de mis oídos, cuando de pronto sus labios ya estaban sobre los míos, yo no podía mover ni un musculo de mi cuerpo, nunca fui atleta ni mucho menos deportista, era considerada una chica “alta de contextura muy delgada”, a mis diecisiete podría decir que ni senos tenía,
-- “serías una excelente modelo querida” -- escuchaba a mis amigas decirme todo el tiempo en la universidad, estaba a punto de perder la conciencia por la falta de oxígeno, ¿acaso este hombre pretende acabar con mi vida?, era la primera vez en mi vida que alguien me robaba un beso de esa manera tan vulgar, no sé cómo lo logre pero al final conseguí que me deje en paz, después de ese incidente preferí permanecer en silencio y lo más lejos que el auto me lo permitía, luego de casi treinta minutos de camino el auto por fin se detuvo, miré a mi alrededor y no podía ver ninguna propiedad cerca, ¿será que este tipo realmente piensa matarme como venganza?, la pregunta comenzó a rondar por mi cabeza mientras mis ojos intentaban ver algo, una luz al final del camino logro apaciguar mi ansiedad, esto era solo el portón de ingreso a la propiedad donde se supone debía vivir con mi esposo.
Al llegar baje del auto lo más rápido que pude, esperaba que me indiquen donde sería mi habitación para poder descansar, ni siquiera traía ropa de cambio, pero grande fue mi sorpresa cuando Sebastián bajo del auto y le indico a sus hombres que me dejen donde sea,
-- llévenla con su padre o déjenla debajo del puente, no me interesa – no podía creer lo que estaba pasando, serían como las ocho de la noche y yo vestida con un traje de novia lleno de velos y vuelos, nunca se me ocurriría escoger un modelo así.