Deslizó la silla hasta quedarme en medio de mi cuarto mirando al techo sin saber que hacer, ya estamos en la mitad del año y aún mi cuerpo me traiciona con él ¿Cómo hago para dejar de desear a Caleb?
Cierro mis ojos y con la punta de mis pies me giro dando vueltas sin saber que hacer, dejo que mi mente vuele un poco, que se vaya a lo más lejos y pecaminosamente.
Mi imaginación va hasta él, hasta ese hombre de ojos celestes, cabello n***o, una sonrisa perfecta, ese semejante hombre es mi delito más grande.
Sus largos dedos bailan en mi cintura, me aprieta a él robándome un gemido, abro mis piernas un poco, deslizó mi mano mordiendo mis labios, me imagino su boca en mi cuello lamiendo y mordiendo con pasión, sus besos robándome el aliento y su lengua haciendo estragos en mi boca, demostrándome lo maravillosamente que se sentirá cuando invada mi sexo con ella, libero un gemido pequeño cuando toco mis pliegues, masajeo mi clítoris.
—Mmm .—Juego con mi clítoris, paseo mis dedos por todo mi sexo hasta introducir un dedo, lo curvo un poco, pero no me es suficiente, no desde que ví esos largos dedos, introduzco otro sintiendo solo un poco de alivio, meto y saco, curvando mis dedos, mi sexo los succiona, pero mi cuerpo pide a gritos otros dedos, más largos, porque dos de los míos no son suficientes, masajeo con un poco de violencia mi clítoris mandando miiles de descargas por todo mi cuerpo pecaminoso.
Libero un sollozó sintiendo el paraíso cuando sus labios tocan los míos, nuestras lenguas juegan entre sí, llevo mi mano a uno de mis senos aprieto y jalo la aréola, pellizco derritiéndome cuando sus labios bajan por mi cuello, besan y muerden mis senos por encima de mi camisa, sus manos culposas bajan hasta abrirme más las piernas se arrodilla ante mí, su mirada celeste choca con la mía, me sonríe mi camisa vuela, su lengua juega con mi seno, muerde la aréola y chilló con fuerza mi cuerpo se estremece. Sus manos aprietan con fuerza cuando bajan a mi cintura, sus labios bajan por mi estómago, mordiendo todo a su paso.
Cierro mis ojos acelerando mis movimientos, me sonríe con su rostro en medio de mis piernas, arrastra mi braga a un lado, sin despegar sus ojos de los míos, lleva su lengua a mi clítoris.
—Si .—Suspiro llena de satisfacción, su lengua me penetra con delicadeza y fuerza robándome un poderoso gemido, sus manos en mi cintura apretando con fuerza, su lengua su respiración me lleva al éxtasis que mi cuerpo tanto necesitaba —¡Mmm!—Grito cuando mi orgasmo llega, mi cuerpo cae como peso muerto en la silla, jadeo y poco a poco abro mis ojos, cuando mis ojos dan con la puerta me alarmó al ver una sombra allí, parpadeo varias veces enfocando mi vista observando que no hay nadie allí.
Con mis piernas temblorosas camino hasta el marco de la puerta mirando hacia ambos lados encontrando que estoy completamente sola.
Mis pies dan con algo, bajó la vista recostando mi cuerpo en el marco, con cuidado me agacho hasta tomar entre mis manos la billetera de mi demonio convertido en hombre.
Me adentro en la habitación sintiendo culpa al verme tocado con la puerta abierta, al tocarme pensando en él, pero nada puedo hacer con mi mente que le gusta imaginarse a él, ni en mis sueños estoy tranquila, él llega para atormentarme con sus poderosos ojos, con esa sonrisa, con su cuerpo, su voz, su tacto.
Porque no solo sueño con el tocándome, sueño con él a mi lado, mimandome de forma que un hombre mima a su mujer, besando mis labios con amor.
Definitivamente me he vuelto loca.
Tal vez si necesito un poco de terapia.
Llevo mi silla hacia mi mesa cerrando mis libros al ya tener todo terminado, camino con pesadez hasta mi cuarto de baño, con el remordimiento carcomiendo mi mente y corazón, unas intensas ganas de llorar me azotan con fuerza.
Esto está mal, muy mal, maldición.
Pegó con fuerza mi puño en la pared, gruñó con dolor mirando mi mano lastimada, dejo que el agua baje por mi cuerpo, cierro mis ojos hasta que esta hace contacto con mi cabeza.
Me enjabono y me lavo el cabello al estar lista salgo envuelta en una toalla, tomo otra para mí cabello. Mi teléfono suena por algún lado de la habitación, pero no tengo ánimos, debe ser Lania, para saber si ya hice mi parte del trabajo, tomo unas bragas cualquieras un top n***o, una camisa negra y una bermuda de rayas negra con rojo larga.
Al pasar por el espejo me cercioro que no tenga los ojos rojos, tomó la cartera de Caleb y salgo de mi habitación pasando por su habitación, me asomo y está se encuentra vacía.
—¿No ha llegado? —Murmuro para mí, mejor.
Bajo las escaleras me acerco a la mesa del comedor dejando allí la cartera hasta que escucho un chapuzón en la piscina.
Salgo mirando un poco, camino por la acera hasta llegar a las sillas de playa sentándome allí.
Lo miró nadar de un lado a otro en cómo sus brazos se flexionan al abrazar el agua, tragó saliva cuando sale a la superficie y mi respiración se acelera.
—¿Cuándo llegaste? —Le pregunto mirando sus ojos, peleando con todo para no bajarlos.
Cruzó los dedos para que me diga que apenas llegó, por favor, Dios que apenas haya llegado.
—No hace mucho, pero tenía un poco de calor así que apenas puse un pie en la casa vine directo a la piscina .—Asiento con lentitud, su pecho sube y baja con rapidez, aprieto mis manos cuando mis ojos me traicionan y bajan para sus hombros, sigo el camino del agua, pero no llegó muy lejos.
—De acuerdo, iba a pedir algo para comer ¿Algo en específico? —Él asiente sin despegar la vista de mí, veo como traga con fuerza para luego quitar su mirada.
—Quiero arroz chino y una gaseosa —
—Vale, arroz chino para ti —
—También pide para ti, te conozco sé que terminarás quitándome a mi .—Muerdo mis labios divertida.
—Sabe mejor de la tuya .—Le guiño y me alejo, mi respiración se acelera y al estar en la casa recuesto mi cuerpo en la pared intentando controlar mi respiración, corro rápido hacia las escaleras al llegar arriba me dirijo así su cuarto tomando rápido una camisa negra, unas bermudas del mismo color, cierro mis ojos y tomó su boxer envolviendolo con su ropa, paso por su toalla.
Bajo las escaleras con cuidado dejando su ropa en la silla de afuera, me alejo dispuesta a hacer la orden.
Camino hacia la puerta cuando el timbre suena, no me preocupo mucho ya que para poder pasar él señor Pedro tiene que dejarlo, así que al abrir le sonrió amigablemente a los dos repartidores.
—Gracias .—Extiendo el dinero correspondiente de cada uno, pero el chico que trajo la comida china se me queda mirando con la boca abierta, lo detallo no está nada mal, alto y flaco, cabello castaño oscuro y ojos marrones claros, cuando reacciona está por decir algo, pero calla, me estremezco cuando siento el calor corporal de Caleb.
—Ya te puedes ir .—La voz de Caleb, sale dura, él chico asiente se da vuelta y sale caminando rápidamente.
—¿Qué fue eso, Caleb? —Lo miro con extrañes, sé que es celoso, pero nunca ha tratado mal a alguien.
—No fue nada, tengo hambre y la comida se estaba enfriando —
—No lo sé .—Lo miro solo un poco y terminó asintiendo, solo estoy viendo cosas donde no las hay y nunca va a ver.
Ambos nos sentamos en la mesa a comer en completo silencio, lo miro y él solo evita mi mirada.
¿Hice algo mal? Niego y sigo comiendo.
Al terminar parpadeo varias veces, cuando con cuidado Caleb limpia mi labio inferior, sus ojos chocan con los míos y suelto el aire retenido. No sé si es mi imaginación, pero poco a poco la cercanía es nula, trago con fuerza mirando sus labios rosados esperando por los míos.
Un mal movimiento de Caleb y cae en la mesa, ambos nos miramos con los ojos abiertos, me levanto como un resorte lejos de su cercanía, Caleb me mira asustado, nuestras respiraciones son un caos, mi mirada cae en su labios y humedescos los míos, sus ojos siguen el movimiento de mi lengua.
—Esto está mal .—Ambos soltamos a la vez.
—Me voy al cuarto .—Sin esperar respuesta me doy la vuelta caminando con rapidez lejos de allí.
Lágrimas ruedan por mis mejillas, las limpio entrando a mi cuarto cerrando la puerta con pestillo.
—¿Qué nos pasa? Joder .—Golpeo de nuevo la pared provocando que mis nudillos se maltratan, con mi mano temblorosa camino hasta el baño tomando el botiquín de primeros auxilios.
—Estamos mal, enfermos ¿Casi nos besamos? —Al verme en el espejo mi reflejo me asusta.
¿Por qué estoy sonriendo?
Me he vuelto realmente.
Casi lo beso, casi pruebo sus labios...
Casi caemos en el pecado de la tentación...