Ese día el caos inició a la hora del almuerzo, en cuanto las campanas sonaron anunciando el fin de la mañana…
Yo seguía aún en mi libro, nuevamente releyéndolo, muy cerca de uno de los tantos clímax de la historia, en cuanto vi a Adam acercarse a mí.
Algunas chicas de la clase se quedaron mirándole, mientras él avanzaba con toda la seguridad que poseía hasta ese momento, provocando que sonriera para mis adentros: estaba segura que, con cada día que pasaba en la escuela, él iba pareciendo más un chico normal.
Adam llegó hasta mí, pero se detuvo al momento de hacer una reverencia y eso es porque se lo había prohibido frente a la presencia de otros estudiantes.
Después de todo, ¿Qué estudiante poseía un sirviente personal? Solo uno de noble familia: como era Ethan. Por lo tanto, ¿no deb
