(POV Georgiana) Llegaba a casa, tras un día entero en la oficina. Cuando en la entrada me encontré a Eliana, terminando su jornada laboral. —Buenas noches, señora —me dio la bienvenida—. He dejado las cosas listas, su cena aún está caliente, así que no tendrá que calentarla, también deje la comida de ese pequeñín en la alacena. Bajando del auto, me dirigí a Eliana, agradeciéndole por su estupendo trabajo. Mis días en la empresa ya eran agotadores, ahora con un bebé en camino al que le encantaba provocar náuseas y mareos eran incluso más fatigante. Era bueno contar con ayuda en la casa, de lo contrario todo sería un desastre. Me despedí de Eliana, y apenas ingresé, un delicioso aroma llegó a mi olfato. Nada como la comida casera, que dulce sentimiento. Aunque se sentía una gran soledad