(POV Georgiana)
Después de que Eliana nos sirviera dos tazas humeantes de chocolate caliente. Gulio y yo nos sentamos a charlar en la sala.
—¿Está bien para tí? ¿O prefieres algo más frío? —le pregunté, al ver que solo se quedaba mirando la taza.
—No, está perfecto. No quiero causar problemas. Ya es suficiente con el buen recibimiento que me das.
—Vamos, no tengas vergüenza, si no te gusta, puedo cambiartelo.
Quise levantarme para tomar su taza, pero él se apresuró a hacerlo primero, acercándose a tomar asiento, al lado mío.
—No hagas esfuerzo. Si acabas de regresar del hospital, imagino que ha sido para algo más que una revisión rutinaria, ¿o me equivoco?
Mi sonrisa desapareció, y él palmeó ligeramente mi hombro.
—Digamos que fue algo inesperado, pero no tienes que angustiarte, mi
