(POV Georgiana)
—Escapemos de él —fue su propuesta.
La mano de Orev era una invitación a retroceder el tiempo y revivir los buenos momentos, pero para su pesar yo había dejado eso atrás.
—No —dije firme.
—¿Perdón? ¿Qué has dicho?
—Que no me voy contigo. Tengo una vida aquí, Orev.
Él bajó su mano con total descontento en su rostro.
—¿Y todo eso es más importante que nosotros?
—Orev, yo te esperé. Algo me decía en el pecho que estabas vivo, me alegro que lo estés y que hayas escapado de ese infierno que viviste, pero comprendeme, también siento, no podía frenar que los sentimientos por mi esposo florecieran.
Orev bajó la mirada, cubriendo su rostro con sus manos.
—No pudiste esperarme… Pero yo sí, Georgiana.
—Orev, nunca voy a olvidar que fuiste el primer hombre que amé, que me c
