(POV Georgiana)
—¡No digas nada! —fue lo primero que se me ocurrió gritar.
—¡Santos cielos! —se pasó las manos por la cabeza—. Señora… ¿Cuánto tiempo?
—Por favor, te lo suplico, no le digas nada a Loid —junté mis manos.
—¡Usted está embarazada! ¡Y el señor Lombardi es mi jefe! ¿Cómo me pide que le oculte algo así?
—Jhonson, comprendeme. Ponte en mi lugar, yo no puedo…
—¡Su esposo es mi jefe! —exclamó alterado—. Perdone, sé que no debo alzarle la voz, pero también piense en él ¿Se imagina lo que dirá cuando se entere que será padre?
—A él ni siquiera le importa, ¿no recuerdas todas las cosas que me dijo? Rechazó a mi bebé. Yo… yo solo actué por el bien de mi hijo.
—Ay Dios… Este es un gran problema.
—Jhonson, te lo ruego. No se lo cuentes, deja que sea yo quien se lo diga.
—¿Y
