Una sonrisa se instaló en su rostro en cuanto llegó a su habitación esa noche. Escondió su diario debajo de uno de los espejos y luego se acostó abrazando la almohada. Todo parecía como si fuera un sueño del cual no quería despertar en mucho tiempo. El rey era hermoso, era la persona que siempre estaba ahí para ella a pesar de todas las mierdas que le contaba en su día a día. Nunca se aburría o fingía escucharla hablar solamente para salir del paso. Cuando estaba en el palacio del norte, su padre eliminaba a las criadas que pasaban más del tiempo necesario en sus aposentos, su única amiga debía de ser ella y solo ella. Su vida antes de llegar a este palacio era una basura. Ahora, la única diferencia, era la beta Lucy, que deseaba deshacerse de ella. Descubrió que el rey la compró como su