Lucy bajó de la cama, cuando escuchó las risas del piso de abajo. Su padre se estaba riendo a montones con alguien que por lo visto era su hermano, la misma persona que se mantuvo durante horas violándola sin piedad y que no se cansó hasta que no escuchó a sus padres llegar. Aseguró la puerta, antes de meterse en el baño y quitar los residuos de la vela de su espalda con algo de dificultad. El espejo dejó ver lo demacrada que ya estaba, por lo que no fue difícil darse cuenta de que era la peor hija del mundo por no saber lidiar con todos los problemas. Desde que era pequeña, siempre era la mala hija por no haber nacido alfa, sino una beta que debía de haber caído en un prostíbulo en cuanto cumpliera la mayoría de edad. — ¿Por qué cerraste la puerta? —su padre tocó con fuerza—. Ábrela o