CAPÍTULO TRES

1103 Words
BASTIAN   Cuando abro los ojos veo la luz del sol entrar por la ventana de la habitación y noto con extrañeza que no estoy en mi oficina, sino acostado en mi cama, y maldigo ruidosamente en el momento en que intento levantarme pero noto unas cadenas de plata alrededor de mis muñecas, sé que fue August, no hay duda de ello pues él ya lo había hecho antes, cada vez que perdía los estribos después de unos tragos y empezaba a destrozar el lugar entero, terminaba encadenado a mi cama y no tenía a nadie más a quien culpar sino a mí mismo, pues fui yo a quien se le ocurrió esa estrategia después de que Elina perdiera los estribos el día antes de que todo se fuera a la mierda con ella.   “¡AUGUST, VEN AQUÍ EN ESTE INSTANTE!” prácticamente le grito a través de un enlace mental y en un par de minutos él atraviesa la puerta con una expresión en su rostro que es mezcla de preocupación y culpa.   “¿Qué te dije sobre encadenarme a la maldita cama?” le pregunto a través de mis dientes apretados y él agacha la cabeza.   “Lo siento, pero tenía que hacerlo,” él me responde, pero evita mirarme a los ojos.   “No, no tenías qué hacerlo, no estaba destruyendo nada, sólo iba a… yo solo quería….” Trato de articular las palabras, pero no parezco ser capaz de encontrar el coraje para decirlas.   “Ibas a parar la boda, lo sé,” él completa la frase y frunce el ceño ligeramente.   “Claro que no, sólo quiero hablar con ella, eso es todo,” Le digo y él me mira con una mirada lastimera antes de decirme en tono bajo:   “Amigo, la boda fue hace tres días, ya no hay nada que puedas hacer al respecto, lo siento, pero teníamos que evitar que fueras allá y te hicieras matar estúpidamente,” él me dice con la cabeza gacha y yo reprimo el gruñido que amenaza con salir junto con mi lobo al escuchar la noticia de que ella se ha casado con otro hombre.   “¿Por qué hiciste eso?” le pregunto con rabia contenida y August se mira las manos, así que continúo hablando: “Finalmente conseguí averiguar la fecha, hora y lugar exacto en el que iba a estar, ¿no es eso lo que querías? ¿Que hablara con ella e intentara parar toda esta guerra sin sentido?” le pregunto y él sacude su cabeza.   “Bastian, por favor, te puedes mentir a ti mismo todo lo que quieras, pero a mí no me puedes engañar, ibas a ir allí a detener esa boda…” él empieza a decir y cuando ve que voy a protestar, él levanta su mano y me pregunta en tono serio:   “¿Estás seguro de que no lo habrías intentado? Dime, ¿Qué hubiese pasado si llegabas y la veías vestida de novia y lista para unirse en matrimonio con otro hombre? ¿Lo habrías aceptado simplemente y habrías hablado con ella de los conflictos del reino?” él insiste y yo trato de tragar la bilis que me subió a la garganta al imaginar la escena.   “Yo…” intento hablar, pero siento la voz quebrarse y el dolor en el pecho se hace más profundo e insoportable que nunca antes.   August se acerca a mí y me quita las cadenas de las muñecas y los tobillos con suavidad, luego me palmea la espalda y me dice en un tono tan bajo que de no ser por mis sentidos agudos no lo habría podido escuchar:   “¿Quieres que llame al doctor Phillip para que te dé algo que te ayude a dormir?”   “No, estoy bien…” intento mentirle y él me mira con el ceño fruncido.   “Estaré bien, no te preocupes,” me corrijo y él asiente antes de salir de la habitación, pero antes de que cierre la puerta tras de sí, lo llamo:   “¿August?”   “¿Sí?” él pregunta.   “¿Crees que si hubiese ido allí ella habría cambiado de opinión?” le pregunto.   “¿Cambiado de opinión acerca de casarse con él?” él dice y yo asiento.   “¿Honestamente? No lo creo, pero si te hace sentir mejor, tampoco creo que ella se haya casado por amor, realmente no creo que ese matrimonio haya sido algo más que una simple estrategia de guerra para ella, sabe que necesita más poder y hombres si quiere realmente atacarnos de frente y no con emboscadas de Rogues, y creo que si de algo necesitamos preocuparnos ahora mismo no es de su estatus matrimonial, sino de en cuánto más poderosa acaba de convertirse, la guerra se acerca amigo, y esta vez sí es de verdad,” él me dice antes de salir por la puerta.   Sé que tiene razón, sé que en este momento debería estar preocupado por el bienestar de mi reino, por prepararnos para lo que viene, ese hombre no tuvo ningún reparo en ofrecerle su apoyo cuando apenas acababa de conocerla y estando frente a mí, así que sería estúpido no asumir que ahora él realmente cumplirá la promesa de ayudarle y eso no es algo que debamos tomar a la ligera, después de mi reino, el suyo es uno de los más grandes y poderosos del continente, y sus hombres tienen fama de ser crueles y no detenerse por nada una vez entran en batalla.   Zane Crimson es, en definitiva, el aliado más poderoso que ella pudo haber conseguido, y aunque sé que racionalmente es el candidato que tiene más sentido para que ella decidiera casarse, eso no evita que sienta con fuerza la oleada de celos que me invadió cuando me enteré de la noticia, y que aún ahora amenaza con hacerme cometer alguna locura, especialmente cuando recuerdo la forma descarada con la que él coqueteaba con ella frente a mí y la lujuria asquerosa que impregnaba su mirada cada vez que él pasaba su estúpida mirada por el cuerpo de ella, y aunque sé que no debería estar pensando en ello, es prácticamente para mí no imaginar en lo que sucedió en la noche de bodas, pues aunque sea un matrimonio arreglado, es evidente que ellos necesitan un heredero si quieren que la unión realmente quede sellada.   Y el sólo hecho de pensar en ese hijo de puta poniéndole las manos encima a ella, me hace ver rojo, y un deseo asesino empieza a recorrer mis venas.
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