MEGAN HOBBS
—Te dije que no ibas a huir de mí.
—¿Quién te dijo a ti que yo estaba huyendo?—me cruzo de brazos obteniendo su mirada sobre mis senos. —Mis ojos están aquí arriba.
Ahí está de nuevo esa sonrisa torcida. Max da dos pasos hacia mí.
—Bueno, dado que dejaste tu empleo, tu empresa, Nueva York y que de no ser porque seduje a tu secretaria para que me diera la dirección de este lugar, estoy bastante seguro de que no me habrías buscado sino hasta después del nacimiento—touché—Y no quiero ser esa clase de padre.
Suelto un bufido.
—¿Por que cargue a tu bebé tengo que darte explicaciones de lo que hago con mi vida?—interrogo—Soy una mujer grande y madura que puede dejarlo todo para visitar a su pobre abuelo solitario sin tener que enviarte un correo cada que me muevo.
Cada q
