CAPITULO 01

2852 Words
••• Conduzco a toda velocidad intentando escapar de la oscuridad que amenaza con atraparme. Mis manos sudan. Los dientes me rechinan de miedo. El cuerpo me tiembla. En un parpadeo, salgo eyectada del vehículo y puedo ver mi vida pasar en un segundo como una diapositiva. ¡Mierda! No he hecho mucho el tiempo en el que he estado viva. Debí haber hecho de mis días algo más memorable. Gritos. El ruido de fricción que producen las ruedas sobre el asfalto. Cierro los ojos y solo puedo escuchar un sonido. ¿Eso es la alarma de un celular?. ••• Parpadeé varias veces, en mis intentos de ubicarme en espacio tiempo. Mi celular seguía sonando como si fuera un taladro en medio de mi frente. Tanteé con las manos sin levantarme hasta localizarlo en la mesa de noche, y atendí sin siquiera observar quien aparecía en la pantalla. —¿Hola? —¡Espero que ese culo se esté moviendo hacia el aeropuerto en este momento, Jessica! —,reclamó la voz de mi mejor amiga con seriedad. —Buenos días, Mackenzie. Me levanté como pude, caminando directamente hacia el baño en mis intentos por despertarme del todo. El reloj en la pared marcaba las Diez de la mañana, por lo que solo había dormido cuatro horas. —¿Buenos días? ¡Aquí son las malditas seis de la tarde! —, respondió resoplando con molestia —. Sigues en Madrid, ¿Verdad? —Eh... me desvíe un poco —dije, limpiando los restos de delineador que formaban unas ojeras aún más marcadas en mi rostro. —¡Maldita sea, Jessica !. Tus padres enloquecerán más de lo que ya lo están —suspiró hondo —, ¡sacando el hecho de que debiste volver a Columbia hace más de tres semanas! —Mackenzie, ¿te has comido el papel de mi madre o qué mierda? Me molestaba terriblemente que me tratara como si fuera una niña a quien tiene que marcarle el paso. Tenía veintidós años, y sabía muy bien lo que quería y lo que estaba haciendo de mi vida. —¡Me he comido el papel de tu mejor amiga, a la cual no le gusta la persona con la que te has ido por Europa dejando de lado tus obligaciones importantes! —¡Si mi amiga no había pasado las vacaciones en Las Bahamas yo podría haber recorrido el viejo continente con ella! —Sabes que debían ir con mis padres. ¿Donde carajos estas, Romanov? Camine hacia el enorme ventanal que daba al balcón, donde se podía apreciar la vista del hermoso lugar en el que me encontraban. Cassidy tenía razón, Santorini era magia en todo su esplendor. Era única. Las playas relajaban, daban una paz extrema. Ubicaban a cada demonio de mi cabeza dentro que su infierno, y me daban esa tranquilidad que hace tiempo necesitan experimentar. —En el paraíso —respondí. — ¿Te ha metido drogas otra vez? No pude evitar sonreír gracias a su apreciación sobre mi estado mental. —No me metido drogas, morena. Y no miento cuando digo que estoy en el paraíso —respondí, respirando el aire puro del lugar más extraordinario que había pisado hasta ahora. —Tendrás que despertar de tu sueño, y traer tu rubia cabellera a Manhattan. El rector quiere hablar contigo y te ha dado plazo hasta el lunes. —¡Mierda! —, mascullé al volver a la habitación y notar que no me resultó sola en ella. —Si, es una mierda pero quizá puedas solucionarlo. —No, no es eso. ¡Hay un hombre durmiendo en mi cama y no recuerdo de quien se trata! —Susurré sorprendida. Lo examiné con cautela mientras dormía como un tronco. De espaldas parecía ser bastante atractivo, su bronceado por el sol griego hacía relucir su piel como si brillara, y parecía tener una musculatura entrenada ya que los bíceps se le contrajeron mientras abrazaba la almohada. No estaba mal. —¡Jessica Angelique Romanov, te quiero en un vuelo a Nueva York antes que Vittorio vaya a buscarte y te traiga de los pelos! —, volvió a gritar mi amiga al teléfono. —Tranquila, para el lunes estaré allí. Te amo, nos vemos luego. —¡Jessica ni se te ocurra cort ...! — Y colgué. Me quede unos segundos observando la habitación, que era un desastre monumental, y rebusqué en la casa intentando encontrar a mi compañera de aventuras quien había desaparecido misteriosamente. Volví hacia el hombre desconocido, debía admitir que había un encanto particular en su belleza, y me sentí bien por mi. El hecho de despertar a un lado de un Perfecto desconocido y que ademas sea desagradable no era una situación tan genial. Concéntrate, Jessica. Debes deshacerte de el. Estire mi pie hasta su espalda y empuje de ella varias veces, intentando despertarlo. Cuando se removió, refregó sus párpados con ímpetu y luego me fulmino con la mirada. —¿Que sucede? —¡Despierta, eh ... tu! —. No lograba recordar su nombre. —Cálmate, Juliet. Es muy temprano —reclamo con voz entrecortada por el sueño. Hablaba Perfecto inglés así que podía deducir que era turista igual que yo. Juliet Stone. Ese nombre era mi coartada para las conquistas de una noche. Generalmente tenía citas sexuales sin compromiso, el amor no era algo hecho para mi, el romance no tenía lugar en mi vida y la sola idea de una relación formal me provocaba ataques pánico. Bastante me había quemado metiendo las manos en el fuego por hombres desgraciados, que ya mi corazón se había vuelto duro como el diamante. Volvió a arrojarse con violencia a la cama, observando el techo con intenciones de despertar su cerebro. Tenia cabello castaño, facciones muy varoniles, unos labios gruesos y apetecibles; y sin dudas un abdomen sobre el cual se podría lavar las prendas de cada habitante de Grecia sin que ninguno de sus músculos se moviera de lugar. —Lo siento, debes irte ya. Mi esposo se ha enterado donde estoy y viene en mi búsqueda. —¿Esposo? —Respondió incorporándose en la cama —. ¿Tienes esposo? —Si, es un boxeador muy conocido —exclamé asintiendo con la cabeza. Esa era mi excusa para deshacerme de los hombres pegajosos que no entendían lo que era solo tener sexo. Lo había copiado de una película de Adam Sandler y hasta ahora me había funcionado a la perfección. Generalmente las mujeres eran más melosas, pero al volverme fría como el hielo, descubrí que a los hombres también les va el romanticismo a la hora de ir a la cama. — ¡Mierda, no has dicho en ningún momento que eras casada! —Señaló mi mano —. ¡Ni siquiera llevas sortija! —Si quiero andar ligando no voy a tenerla puesta, ¿No crees? —Respondí mientras lo observaba buscar su ropa por la habitación desordenada. —Pues deberías decirlo, por si algunos hombres que te cruzas no se vinculan con mujeres que tienen compromisos —masculló entre dientes mientras se colocaba la camiseta —, ¡como yo, por ejemplo! —¡Bueno, pues lo siento! —Dije mientras reprimía una sonrisa. ¡Lo que me faltaba, un hombre sensato! —Pareces muy joven y descontrolada como para estar casada. Deberías plantearte la actitud que tomas ante un compromiso tan fuerte como el matrimonio —exclamó clavándome sus Iris color café. Si mi día podía empezar más extraño, la sola idea de creer que un ligue iba a darme un sermón sobre cómo debo actuar ante los compromisos, era inimaginable. Pero si, estaba sucediendo. —¿Quieres seguir hablando y compartiendo nuestras vidas mientras aparece mi esposo y te asesina? —Cruce mis brazos enarcando las cejas. —Lo siento, tienes razón. ¿Amigos? —Propone tendiéndome la mano con una dulce sonrisa en el rostro. —Claro, ¿por qué no? —Dije, sabiendo que nunca jamás en la vida lo volvería a ver. Desapareció por la puerta, con los zapatos en la mano y la mirada perdida en la ciudad. ❤︎❤︎❤︎ Después de un suculento desayuno para reponer las energías que había perdido de tanto irme de fiesta, me dediqué a revisar los cientos de mail, mensajes y llamadas que había recibido y en honor a mis vacaciones no había respondido. Me relaje aún más con la vista puesta en el extenso paisaje que parecía no terminar en ningún lugar, mientas me debatía si volver o no a mi ciudad. Regresar implicaba más de lo que yo quería procesar, y últimamente me sentía más a gusto de lo que me había sentido en toda mi vida. Alejarse de los problemas a veces era la solución más perfecta. La puerta de entrada se abrió, y mi amiga desaparecida camino hacia mí chocando sus tacones louboutin sobre él porcelanato, haciendo eco en toda la habitación. —¡Por el amor de Dios! —Gritó con voz nasal —. ¡Necesitó mucha pero mucha agua! La mujer se desplomó en el sillón como si estuviese agotada, aunque no podía notarlo ya que llevaba unas enormes gafas Gucci que abarcaban casi la totalidad de su rostro. Cassidy Sparks era mi amiga del instituto. Habíamos simpatizado desde el minuto uno a pesar de ser la típica hijita de papá. Su cabello corto hasta los hombros en color rojo contrastaba con el verde oscuro de sus ojos, y su piel blanca de porcelana le daba el aspecto de una mujer pulcra e inocente. Pero esas palabras no eran las que caracterizaban a Cassidy. Era impulsiva, descontrolada, buscaba siempre las aventuras y era amante del peligro, al igual que yo. Se podría decir que congeniábamos bastante a la hora de pasar un buen rato y disfrutaba el compartir tiempo con ella. —¿Donde ha estado? —Pregunté curiosa. —Aquí y allá. Ya sabes —hizo un ademán con la mano —. ¡Se me parte la cabeza! —Volveré mañana a Nueva York. —¡No hagas eso, Jess! —Suplicó quitándose las gafas y mostrando su maquillaje corrido por causa de una noche bastante movida —. ¡Iríamos a Mykonos este fin de semana! —Lo siento, debo volver a la universidad. Tengo que presentar la tesis y aún no tengo pensado en que voy a basarla. Tocó sus cienes y volvió a colocarse las gafas, reclinándose en el sillón, echando su cabeza hacia atrás. —¡Cielo, compra una! —Comentó. —¿Por qué haría eso? —Porque todos lo hacen. Yo lo he hecho —confesó —. ¿O acaso creías que la tesis sobre "Economía Circular en Sudamérica con sus alcances, problemas y desafíos" había salido de este cerebro? —No puede ser posible. ¿Eres analista económico y no has hecho tu tesis? —¡Claro que no! Brandon Spencer, el político, recibió mucho dinero de mi parte para escribirla. Se regodeo por aquello, quitándose el vestido ajustado de lentejuelas que traía puesto de anoche, para volver a desplomarse en el sillón. —Bien, pero ¿donde está el mérito? —Pregunté. —Jessica, cariño. Somos hijas de millonarios que viven en penthouse en Upper East Side y disfrutan de hacer compras. ¡No necesitamos tener mérito alguno! Su declaración fue como una bofetada de realidad. Cassy era la típica mujer de la elite de Manhattan, con sus fiestas, sus joyas, el champagne y la ropa de diseñador. Disfrutaba tanto de esa vida de lujo que no se permitía ver más allá. Era el prototipo de hija que mi madre hubiera deseado tener. En cambio yo, siempre había optado por una vida más normal, me había esforzado por entrar a la universidad sin tener la necesidad de hacerlo, ya que mi padre con una simple donación había conseguido mi plaza. Había trabajado duro por mis notas, intenté crearme un futuro nuevo que no tuviese nada que ver con mis padres. Pero últimamente estaba dejando que los problemas en mi cabeza nublaran mi criterio, y debería solucionarlo de alguna forma. —Compraré mi ticket de avión —exclamé, tomado el iPad para buscar un vuelo lo más pronto posible. —¡Como tu quieras, iré a descansar! —Respondió, quitándose los tacones y caminando hacia la habitación. Me sentí sola y vacía en aquella enorme sala. Eso era lo malo de las buenas fiestas, en algún momento se acaba y debes enfrentar la realidad. La soledad sin dudas me sentaba muy mal, pero admitirlo y tener que ir a terapia nuevamente era todo un retroceso para mi, y no quería sentirme frustrada por no poder alejar los fantasmas de mi cabeza. ❤︎❤︎❤︎ Camine por el JF Kennedy hacia la salida con la única esperanza de conseguir un taxi que me llevara desde el aeropuerto directamente a casa, pero el cuerpo se me paralizó cuando la limusina de mi padre estaba esperándome y Cleveland, su chofer, me dedicó una mirada amable que denotaba en los problemas que estaba metida. —Señorita Jessica —exclama abriendo la puerta, invitándome a entrar —¡Suerte! —Gracias — dije cuando recibió mis maletas. No estaba preparada mentalmente para enfrentar a mi padre después de haber desaparecido todo el verano sin dar rastros de vida. Vittorio Romanov era una persona muy respetable, se esperaba que su hija y futura heredera también lo fuera. Nuestro linaje remontaba a la época de la realeza rusa, y mi padre creía llevar la sangre azul aún en las venas por solo portar el apellido. —Jessica — habló en tono severo, casi amenazante. —Hola Papa. Le dediqué una media sonrisa, no obteniendo ninguna respuesta motriz de su parte. No esperaba que me abrazara y se contentara por mi regreso, pero si debería ser sincera tampoco me esperaba verlo aquí. Se quedó unos segundos callado, solo observándome con sus intensos ojos del mismo color que los míos. Abrió la boca varías veces, pero las palabras no salían. Negó con la cabeza y suspiró hondo. —¿Puede ser posible que desaparezcas y tenga que estar rastreando tu ubicación como si fueses una criminal? —No necesitabas rastrearme, solo me tomé unas semanas para descansar —me defendí. —¿Quiere decir que ha dejado la universidad? Abrió los ojos sorprendido. —No te hagas ilusiones, no lo he hecho. Tengo que presentar mi tesis y oficialmente tendré mi título —aseguré, tomando una botella de agua del pequeño refrigerador que tenía en el interior del vehículo. —¡Deberías estar trabajando en tu futuro legado conmigo, no inspeccionando cadáveres por allí como si fueras Sherlock Holmes! —dijo, restándole importancia a mi carrera. Me disgustaba que hiciera aquello. Había elegido una profesión en donde sentía que realmente podía ser útil, sin embargo él siempre se dedicaba a minimizarla como si no valiera nada. Su único objetivo era que yo continuara con su legado en la maldita empresa que había fundado. —¡Sherlock Holmes era detective asesor, no criminólogo! —Lo que sea, en unas semanas es la gala de empresarios y me gustaría que de una vez por todas asistieras —agregó tomando una copa de Champagne —. ¡A tu madre le encantará verte! —¡Deberías aprender frente al espejo a verte más creíble mientras recitas que Lara estaría encantada de verme! —Exclamé esbozando una sonrisa. Los problemas con mi madre eran más que evidentes, a veces parecía que nunca tendrían solución. —¡No digas así, ella te ama! —Reclamó. —¡Vaya formas que tiene de demostrarlo! —Repuse, intentando mostrar un gran dominio para no sentirme mal recordando ciertas situaciones. —Pensé que dejaríamos el pasado en el pasado, Jess. Mi padre me dedicó una mirada condescendiente, y se me encogió el estómago de solo pensar en como él intentaba arreglar las cosas entre nosotras y yo simplemente, arruinaba todo. Como siempre. —Y estoy tratando, pero es algo difícil —confesé. —Lo se, pero te amo, quiero verte bien y que estemos unidos —su voz sonó mas triste de lo que pretendía —. Somos familia ... ¿Verdad? —Si. —¿Entonces vendrás a la gala? —Preguntó juntando las manos —. ¿Por mi? —Está bien, iré por ti. Sabes que odio esos lugares. Esas fiestas estaban llenas de personas millonarias, pretenciosas y llenas de vanidad que solo se regodeaban de cuanto dinero ganado en diferencia al año anterior, intentaban mostrar empatía falsa por los más necesitados, beber y codearse con la élite financiera, mientras escondían sus más sucios y mundanos secretos. —Bien, porque anunciaré un nuevo socio en la fiesta y quiero que lo conozcas —respondió con entusiasmo. —¡Genial! —Dije, fingiendo alegría. Suspire hondo al notar que habíamos llegado a mi edificio. Las vacaciones terminaron, era hora de volver a la cruel y tediosa rutina. ❤︎❤︎❤︎
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