Había un instante en la vida que uno creía haber tocado fondo, que nadie podía corromper aún más tu espíritu después de tantas malas experiencias vividas. Error. Los cimientos en los que me había sostenido todo este tiempo no eran más que un nivel en el edificio del maldito dolor, parecía seguir bajando y que el fondo aún se encontraba muy lejos. ¿Cómo pude ser tan ciega cuando todo estaba pasando ahí, frente a mis ojos? Mi mente no podía asimilarlo, parecía rechazar esa realidad, como si no existiese, como si no pasara. Pensé en Sienna. Desarrolle en mi mente cada una de las veces que habíamos compartido una conversación, un café. Una amistad. Hasta la persona más amable de este mundo tenía un lado oculto que esconder. Con el tiempo quizá sane el dolor que me invade; pero hay momentos