Desperté con un malestar que me llevaba hasta el séptimo circulo del infierno, mi cerebro se exprimía por la resaca y mi boca estaba reseca y con un gusto desagradable. Las imágenes de la noche anterior me impactaron y gemí de disgusto. Era lo que más odiaba del alcohol, el jodido día después que hacía de un momento especial con amigos, una agonía. Pase las manos por mi rostro y obligue a mi cuerpo a reincorporarse en la cama. Estaba completamente desnuda y mi cabello era un desastre. Recordé vagamente la expulsión de mi estomago sobre Stephen, sus deseos de asesinarme cuando intentaba meterme a la ducha para lavarme mientras yo solo quería manosearlo pretendiendo una noche de sexo rudo y ardiente. — Meryl aposto a que dormirías unas horas más. —la voz de Stephen me sorprendió, pero l