Desperté con el escozor de un buen golpe en mi mejilla izquierda. Abrí los ojos desorientado y allí estaba ella... despeinada, somnolienta y con intenciones de seguir golpeándome. — ¡¿Te volviste completamente loca?! —grite al reincorporarme —. ¡No se despierta así a las personas! — ¡Lo mereces, imbécil! Te dije que quería espacio, no sé en qué momento me has pasado de habitación. Podía sentir el mal humor desprenderse de sus poros. Con brusquedad se quitó las sábanas de encima y camino hacia su maleta, la cual yo mismo había traído hasta aquí, dejando ver el hermoso cuerpo de diosa que poseía cubierto únicamente por ropa interior de encaje n***o. La noche anterior fue toda una travesía el haberla obligado a asistir a mi casa y solo lo había conseguido gracias a su mejor amiga, quien c