sigil

Hoy les hablaré un poco de mi mundo Mi nombre es Zeena, mi madre pertenece al sabbat más respetado de todo el universo, el sabbat es el aquelarre de nuestra primera generación, por lo cual somos de los más poderosos, así es somos witch, strega, hexe, sorcière o como mejor nos conocen: Brujas. Estoy en mi último año de enseñanza para poder ser una bruja dominadora, al fin dejaré de ser aprendiz he dominado perfectamente casi todos los poderes que una bruja de la mejor generación puede tener. Los hechiceros mas poderosos también asisten a esta enseñanza, de chicos nos preparan en casa y los fines de semana nos enseñan cosas básicas en el aquelarre, cuando cumplimos nuestra primer década de edad nos mandan a la enseñanza donde pasaremos los próximos 9 años de nuestra vida preparándonos para ser los mejores hechiceros y a los cinco sobresalientes los consideran dignos para ser cazadores, el sueño de cualquier brujo. Mi sueño. Ahora en mi clase estamos viendo la última enseñanza de los grandes libros. —Saquen su libro de Leviatán—dice la señorita Corderus. El libro de Leviatán es el último libro de la gran biblia infernal, en este vemos las cuatro invocaciónes para el gran satán. Además de tener las diecinueve claves de Enoc. El número diecinueve es un número muy importante para nosotros, casi todo lo bueno empieza con ese número, a los diecinueve nos inician, nuestro poder se vuelve más fuerte y usar hechizos ya no es necesario. Claro que muchos hechiceros lo hacen, pero no porque sean necesarios, es puro formalismo o simple costumbre. Solo los hechiceros y brujas más poderosas logran la inmortalidad, y los demás envejecen lentamente, teniendo una vida casi normal, casi humana. —Zeena te veo muy distraída, abre tu libro en el capítulo dos y leé para tus compañeros lo que dice. ¡Por las pulgas de satán! Detesto leer en público. Me levanto rápidamente delante de mis compañeros y estos me miran arrogantes. Los brujos solemos ser muy narcisistas y competitivos, más cuando se trata de destacar para lograr estar en el grupo de cazadores. Dirijo mi vista al libro y tomo una bocanada de aire antes de empezar con la lectura. —INVOCACIÓN A SATÁN—empiezo a leer con voz firme y precisa— ¡En el nombre de satán, señor de la tierra, Rey del mundo, ordenó a las fuerzas de la oscuridad, que vierten sobre mi poder infernal! >>¡Abran de par en par las puertas del infierno y salgan al abismo, para saludarme como su hermano y amigo.....! —Excelente Zeena, es todo —me interrumpe, la maestra Corderus quien luce orgullosa. Sí, detesto leer en público, pero nunca dije que lo hacía mal. ¿Mencioné que soy la mejor? La clase paso rápidamente, hablando de invocaciónes y hechizos básicos que para mí son menores, pero al ver la cara de Azazel se que está perdido. Azazel es mi mejor amigo, hemos estado juntos desde siempre, hace cinco años Azazel casi muere en un hechizo que prácticaba, no se le encontró pulso por un largo tiempo, desde entonces él tiene una extraña repulsión hacia los hechizos. —Azazel la prueba sera en una semana y tú sigues sin querer hacer hechizos mayores—le digo con reproché. Salimos juntos de la clase y él parece estar analizando mis palabras. La prueba es muy importante, solo se eligen a cinco hechiceros para estar entre los cazadores del sigil, obviamente deben de ser los más poderosos, los más ágiles y los más inteligentes. —Lo estoy intentando es solo que...— divaga un poco, parece meditar sus palabras—No es mi fuerte, Zee—dice evitando mi mirada de desaprobación. —¡Boberías! Te puedo ayudar a practicar un poco, así sirve que se me quita el óxido—le digo con mucha sutileza. —Creo que no quiero ser hechicero supremo—me suelta sin más. —¡¿Que?!—lo miro para confirmar si no le salió otra cabeza o si me lo cambiaron en algún lugar. No me lo puedo creer, él no puede decir eso. Analizo sus palabras una y otra vez. —¡No juegues así! Hemos llevado una vida soñando en ser los mejores ¡Boberías!—le sostengo el mentón obligándolo a mirarme—¡Por satán, que serás el mejor!—le digo con seguridad. Él asiente y hace una mueca intentando esbozar una sonrisa que sale en una mueca fingida. —¡Transporté en nous invoquant dans la forêt d'Orion!—lanzo un hechizo rápidamente que nos teletransporta al bosque secreto de la oscuridad. Es el mejor bosque para consagrar hechizos, todos los espíritus emanan un impulso salvaje y desbordado sobre este bosque, por la energía de la constelaciónes. —¡¿Que diablos, Zeena?!—pregunta Azazel irritado. —Es necesario—le digo con una inocente sonrisa. Él rueda los ojos y pego de brincos satisfecha en mi lugar. —A practicar se ha dicho—exclamó alegremente. Él me mira a los ojos y le lanzó un beso dedicándole un guiño. Lo rodeo sobre su mismo círculo y él me lanza una mirada fulminante, después de todo, él es quien mejor me conoce, sabe perfectamente lo que voy a hacer. —¡Boule de feu!—grito lanzando una bola de fuego. Él la esquiva sin problema alguno. Me mira esbozando una sonrisa de lado, le devuelvo la sonrisa y me preparo para lanzar como diez al mismo tiempo y él me mira con desaprobación. —Blindage électrique— jadea poniéndose un escudo de electricidad. Yo también lo conozco y se que le está tomando mucha energía crear ese escudó, ya que nunca práctica. —¡Lévitation des ondes téléquines!— comienzo a elevarme y lanzo una onda de energía que impacta fuertemente con su escudo y él se desploma por la sorpresa. No lo vio venir, lo sé por su cara. Me acercó a darle la mano y él la toma, siento que tira con fuerza de mi brazo haciéndome caer al piso, se levanta y lanza algo haciendo que las raíces de los árboles me aprisionen. —Azazel, quitame estas cosas. —¿Te rindes?—pregunta con picardía. ¡Jamás! Empiezo a quemar las raíces intentando liberarme, él se acerca a mí y lo tiro al suelo, me subo rápidamente encima de él. Él pone sus manos sobre mis piernas intentando quitarme de encima, la respiración se me acelera, siento un impulso de adrenalina, muerdo mis labios intentando contener la sensación de calor que me invade, levantó mi mirada rápidamente, contengo el aire cuando nuestras miradas se conectan y su manzana de Adán sube y baja con dificultad, puedo notar como se tensa. —Te tengo—susurro bajo por la falta de aire. Él esboza una sonrisa traviesa, mientras me toma de la cintura, trato de zafarme y mi cuerpo se contrae haciendo una fricción sobre su entrepierna. Todo sucede tan rápido que no me da tiempo de reaccionar, él hace un giro brusco, haciendo que mis piernas se envuelvan en su cadera, dejándome en el piso, alzó mi vista y nuestras narices chocan haciendo que nuestros alientos se mezclen. Trago saliva y dejó salir un suspiro, cuando nuestras miradas se conectan, no se porqué pero acarició su cabello y puedo notar como se tensa. Toma mis muñecas rápidamente apartándose, me da la mano para ayudarme a levantarme, la tomo y mi cuerpo se estremece por completó, nuestras miradas se vuelven a encontrar cuando estamos frente a frente. —No comiences juegos que no puedes ganar, bonita—me susurra con la respiración agitada. No sé qué decir, estoy en shock no sé porque me puse tan nerviosa con su mirada, tal vez por el brillo en sus ojos o la manera tan intensa en la que me miró. —Sigamos practicando—le digo apartando mi mirada. —Sabes que odio lanzar hechizos—me dice con reproché. —¿Que clase de gran hechicero seras?—le digo con la mirada fulminante, él hace un gesto relajado que le enmarcan sus preciosos hoyuelos. —El amigo de la gran bruja—contesta con una sonrisa de lado. La misión es simple, matar al sigil a toda costa para que no se enfrente a satán. Se dice que el sigil es el único de esta tierra con el poder de gobernar el Inframundo. Supongo que a satán no le agrada la idea de no ser el rey, por ende a nosotros menos, todo lo que conocemos sería destruido por completo. También hay brujas que están formando su sabbat y quieren proteger al sigil para poder tener dominio sobre el infierno. —Vamos Zeena, otro día seguimos—dice Azazel sacándome de mis pensamientos. —Llévanos tú—le digo y él rueda los ojos. —Te estoy mimando demasiado. —Nada es demasiado para mí—respondo con una maliciosa sonrisa. —Concuerdo. Él me agarra del brazo y pega su cuerpo al mío, ese tipo de tacto me incómoda, tiempo atrás tuve un crush con él, es muy guapo y es mi mejor amigo. No shipiarme con él era casi imposible, pero nunca le dije nada y ese sentimiento se ha ido. Además él nunca sintió nada así por mi y para mí está bien, amo tenerlo en mi vida. Él sonríe pícaramente y se perfectamente lo que va hacer, crear visiones alternas para que el viaje sea aterrador, según él. Lo abrazó enterrando mi cara en su cazadora, cierro los ojos y las imágenes que proyecta aparecen fugazmente, siento que huele mi cabello y alzó mi vista encontrándome con su mirada. —Llegamos, bonita. —Eso de las proyecciones se te da cada vez mejor—le comento divertida, aparecemos en el campo de la enseñanza. —En eso sí he trabajado—confiesa con orgullo, ampliando su sonrisa—Mi misión es aterrar hasta satán. —Proyecta al sigil entonces—le digo divertida y él niega con la cabeza. —Estaba pensando en ir al Averno, para invocar demonios poderosos—le digo con emoción. —De ninguna manera, Zeena—me dice irritado. (...) Estoy en mi cuarto acabando de arreglarme cuando siento a Azazel llegar. Él solo aparece cada que quiere y a mi me hace feliz poder confiar en él, es prácticamente de la familia, mi madre lo adora por lo cual es bienvenido. Me observó en el espejo mientras me terminó de arreglar, cepillo mi cabello y siento la mirada de Azazel sobre mí. —¿Que ves, bobo? —Nada, bonita—se acerca al espejo y se remueve su cabello azabache—. Sólo intentaba ver si me veía bien. Asiento y le dedicó una sonrisa de lado. Tú siempre te ves bien. Miro nuestros reflejos en el espejo y las imágenes de nosotros un poco más cerca llegan a mi cabeza, veo por el reflejo del espejo que me observa y le doy una sonrisa para regresar a la realidad. —¿Nos vamos?—le digo y él asiente. ¿Adivinen a dónde vamos? Así es, al averno. Siempre obtengo lo que quiero...