Luchando contra el destino

Luchando contra el destino

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Blurb

Damián Jones y Katherina Bouvier son dos jóvenes que tendrán que luchar por su amor, sus enemigos, serán sus propios padres, y la razón aparente es el estatus social de cada uno. Sin embargo, el motivo real tras la oposición de ambas familias ante la relación amorosa se esconde tras la muerte de la madre de Katherina. ¿serán capaces de superar todos los secretos que esconde sus padres para que así su amor triunfe?

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Presentimientos
En algún pueblo al norte de Inglaterra una joven se preparaba con alegría para salir a reunirse con las amigas que no veía hacía ya casi un año. —¿Vas a salir? —pregunto su padre desde la puerta. La joven solo le sonrió a través del espejo y asintio ligeramente. —Necesito que hoy te quedes en casa. Vendrá alguien que necesito que conozcas. Su petición sonó más a una orden que otra cosa pero la joven solo lo paso por alto mientras se acercaba a abrazarlo. —También me da gusto verte otra vez papá. —Katherina... Es en serio, necesito que te quedes. —Papá, estuve casi un año fuera del país y ya ocupaste toda mi agenda para la semana —besa la mejilla de su padre— Solo déjame libre el día de hoy por favor. —Tu sabes muy bien porque no te dejo tiempo libre. —Y tu sabes también que cuando se trata de Damián siempre me hago el tiempo para verlo. —Katherina no quiero discutir contigo ahorita... Acabas de llegar, ¡Demonios! —Ok ok... Solo no digas nada más y déjame disfrutar el resto de la tarde con mis amigas. —¿Seguro que te vas a reunir solo con tus amigas? —Papá, ya tengo veinticinco años. No crees que ya es tiempo de que dejes de querer controlar mi vida. —Mientras sigas queriendo mantener a Damian en 'tu vida' nada va a cambiar. —¿Sabes? Un día, cuando decida casarme con Damian, saldré por esa puerta y no volveré a verte hasta que lo aceptes. —Primero muerto que aceptarlo como tu esposo. Katherina agarra su bolso, una chaqueta y le da un beso en la mejilla a su papá. —Hay palabras que no deberías decir con tanto descuido —dice antes de alejarse de su padre. —¿Katherina?... ¿Qué quieres decir con eso? —Nada papá —dijo en voz alta para que la escuchará ya que estaba bastante lejos de él. —¡Katherina ven para acá ahora mismo! —ordeno molesto pero solo escucho el abrir y cerrar de la puerta principal de la casa— ¡Demonios!, ¡KATHERINA! Corrió enfurecido para intentar alcanzar a su hija y que está se explicará, Pero ya ella se había marchado dejando atrás solo las marcas de deslizamiento que dejan las llantas al acelerar. [...] Después de unos veinte minutos de camino Katherina finalmente llegó al viejo restaurante del pequeño pueblo. Era el mismo en que se reunían desde la secundaria cuyos dueños eran los padres de una de las amigas de Katherina. —Nena... ¿Cuando llegaste? —Dijo sorprendida Catalina. —¿Por que tan sorprendida? Yo les escribí a todas para reunirnos aquí. —Es que seguro te tiene el chat silenciado o bloqueado —Solto una chica que estaba entrando al restaurante. Era Natalia, la mejor amiga de Katherina. —Siempre tu de mal pensada —contesto nerviosa Catalina al tiempo de que sacaba su teléfono del bolsillo de su delantal— simplemente estaba muy ocupada y no habia revisado el teléfono en un buen rato. —Si, claro. —Bueno bueno. Ya dejen de pelear chicas. Aquí todas somos amigas —dijo otra chica que venia llegando acompañada de dos chicas más. —¡Tatiana, Grechel, Martina! —Exclamo Katherina al tiempo que se lanzaba en un abrazo grupal. —¡Vaya!, a ellas las abrazas y a mi me regañas —se quejo Natalia como chiquilla celosa. —Deja tus celos para después que aquí todas sabemos que la mejor amiga de Katherina eras tú —dijo Martina entre risas. —Bueno, ¿y es que se piensan quedar todas paradas en la puerta? —pregunto en tono molesto Catalina. — Es verdad. Sentemonos. —dijo una de las chicas y las demás la siguieron. Todas se acomodaron al fondo del restauran. Incluyendo a Catalina, quien se le notaba las pocas ganas que tenía de compartir con el grupo. No obstante, después de un rato su humor cambió y la conversación entre todas fluyó como de costumbre, o por lo menos así fue hasta que una brisa extraña erizo la piel de Katherina. —¿Le subo a la calefacción? —pregunto Catalina después de ver tiritar los labios se su amiga. —No. Estoy bien. —No te ves bien. —Supongo que el cambio de clima me está jugando una mala pasada. —puede ser cierto. No debe ser fácil cambiar del calor de Miami al frío de Inglaterra. —Concordo Grechel y todas asintieron entendiendo el punto. Sin embargo, Katherina se desconecto del grupo, no estaba pensando nada, solo clavo sus ojos en un cartel que no había había notado en la puerta que decía: "hoy algo cambiara en tu vida para siempre" —¿Eso estaba ahí cuando llegamos? Todas voltearon a hacia donde señalaba Katherina. —Pues si. Eso lo puso mi mamá hace unos cuantos meses... Algo con una publicidad o algo así me dijo — respondió Catalina de lo más normal. —Ya veo. Es atrapante.— dijo leyendo y releyendo en su mente el pequeño mensaje. Es como si ella sintiera que esas palabras estaban dirigidas a ella específicamente. Lo sentía como si alguien, o algo le estuviera anunciando una tragedia y simplemente nadie podía escuchar sus gritos desesperados para detener lo que aún no sucedia. ‹Debo dejar de escuchar a nana y sus raras supersticiones› Pensó Katherina mientras frotaba su brazo izquierdo con la mano contraria. —Kat... ¿Sigues aquí? —susurro Catalina cerca de su oreja al ver que se volvio a desconectar de la conversación. —Jeje... Claro que estoy aquí, Catalina. —Entonces. ¿Cuál es el secreto? —preguntó otra de sus amigas. —¿Secreto?... ¿Cuál secreto? —Ves que no estabas entre nosotras. —intervino Catalina nuevamente. — Ya deja tus burlas Cata —ordeno Katherina haciendo un ridículo, pero tierno puchero. —Bien, bien. Catalina rodo sus ojos con fingido fastidio... ¿O tal vez no tan fingido...? —Como sea, Kat. La verdad es que todas te tenemos envidia — se miran las uñas a las otras— Pero envidia de la buena. —¡Exacto!... De la buena —dijeron todas al unisono y entre risas nerviosas. —¿Pero envidia de qué? —De que más va a ser. De tu relación con Damián. Son tan lindos cuando están juntos —contesto otra chica. —Si... Es que se tratan muy bonito —agrego otra. —Y ni una sola pelea en todos estos años... Eso es envidiable. Increíble, pero más envidiable —expreso otra de las chica como si estubiera leyendo un libro de romance. Katherina sonrió ligeramente sonrojada. —Es verdad. Quién no querría tener un novio así como él... Tan guapo, atento, cariñoso—suspira— estoy segura que es el estándar de toda las que estamos aquí. —Cualquiera que te escuche te acusaría de estar enamorada del novio de tu amiga —solto ácida una de las chicas que había permanecido en silencio hasta el momento. —Menos mal que de las seis que estamos aquí ninguna es tan mal pensada como tú, Natalia. —se defendió Catalina. —Si, claro —replico dedicándole una mala mirada. —Bueno, bueno... Ya es suficiente chicas —intervino Katherina sonrindoles a ambas. —Kat... Pero ya hablando en serio... Ustedes ya tienen más de cinco años juntos, ¿No planean dar el siguiente paso? —preguntó sería Catalina. —No lo sé... —¿Cómo es eso? —Es que mi padre sigue oponiéndose a nuestra relación —breve silencio— y ni hablar de los padres de Damián. —Ya veo. Entonces... ¿El plan es ser novios hasta que ambos conozcan a alguien que sus padres si aprueben? —Estas como muy preguntoncita... ¿No lo crees Catalina? —volvio a interferir Natalia mucho más ácida que antes. Ya para ese momento Katherina se había vuelto a desconectar de la realidad metiéndose de lleno en sus pensamientos. Y es que sin importar la intención con que Catalina había señalado la situación de su relacion con Damián, ella tenía mucha razón en lo que decía. Ya tenían ocho años juntos y ni siquiera podían tener una cita a sabiendas de sus padres. sin embargo, terminar la relación no es una carta que acepten sobre la mesa; o por lo menos no es algo de lo que hayan hablado hasta el momento. —Tranquila —dijo Natalia posando su mano con suavidad sobre el hombro de Katherina para llamar su atención— Seguro que los padres de ambos terminaran cediendo. —Eso espero... —respondio Katherina en un hilo de voz. [...] Mientras tanto, al otro lado del pequeño pueblo inglés, Damián estaba discutiendo su futuro con sus padres. —Papá, en serio quiero casarme con Katherina. —Eso no va a pasar. —¿Por qué no? —Simplemente no la aceptó. —Esa no es razón para negar tu bendición a nuestra unión. Me voy a casar con Katherina te guste o no. —suelta retandolo con la mirada. — Todos los años dices lo mismo pero al final del día no puedes llevarme la contraria. —Es cierto —concuerda con tristeza pero se recompone rápidamente — pero esta vez voy en serio. Ya no me importa lo que tú quieres para mi. ¡Es mi vida y yo quiero a Katherina en ella! — ¡Ya es suficiente Damián! No voy a seguir con este tema. —Porqué no puedes simplemente aceptar que es a Katherina a quien quiero a mi lado. Ella es la mujer que yo amo. —¡Nunca lo haré! Deja ya el capricho que tienes con esa chiquilla malcriada. *Damián inhala ondo y pesado* —Ella nunca te ha dado pie para que pienses que es una chiquilla malcriada. Incluso, está más centrada en los negocios familiares de lo que yo podré estar nunca. —¡Si, claro! —se mofa con molestia . — Cariño... Habla la madre de Damián posando su mano sobre la pierna de su marido —Matilda, ya no podemos seguir con esta absurda situación. —Lo sé... Damian, dándose por vencido, se levanta del sofá y toma su chaqueta dispuesto a irse. —¿A dónde crees que vas? —Eso ya lo sabes, mamá. Y si me disculpas, tengo prisa—contesta sin detener su marcha hacia la puerta principal de la casa. — Ya no puedes seguir llevandonos la contraria, Damián. ¡Ya es hora de que dejes a Katherina en tu pasado! Damián se detiene en el acto y se volta a ver a su madre a la cara. —¡Primero muerto! —¡Damian! —exclama su padre con furia. —¿¡Qué!?, ¡Es la verdad! —¡Cálmense los dos! —interviene Matilda perdiendo la poca paciencia que le quedaba. *Damián y su padre enmudecen en el acto* —Hijo, Te gusta la vida de lujos que llevas, ¿No es así? —¿A qué viene eso ahora? —Como sé que la respuesta es si, tengo que darte una noticia. —¿Ahora que planean? —masculla cruzándose de brazos. — Deja que tu madre termine de hablar. —¡Bien! —Tu padre planea dejar la presidencia este año. —Matilda... —Cariño, es algo que tarde o temprano ibas a contarle... —Si pero... —Como decía, —continua ignorando por completo a su marido— Tu padre y yo queremos que te quedes con el puesto. *Damian sonríe ampliamente* —Pero para que eso se posible tendrás que renunciar a la tonta idea casarte con Katherina Bouvier—suelta mordaz. *Damián comienza a reir como un desquiciado* —No veo el chiste —Expresa su padre. Damián se calma un poco; solo lo suficiente para poder hablar y que se le entienda. —En verdad creen que si me ponen a elegir entre Katherina y dirigir la empresa de la familia voy a escoger lo segundo —vuelve a reir — nunca me voy a alejar de Katherina, mamá. ¡Nunca! —Ojala ella tenga tu misma convicción, hijo —expresa Matilda dándose por vencida. —Confio en su amor por mi. — La cosa es que desde el momento en el que pronuncies el 'si, acepto' renunciaras a tu moto, tu auto... A tus cuentas bancarias... —No me importa. —De amor no se vive Damian. —Eso lo sé bien. *Se pone en marcha* —Solo para que no te caiga como un balde de agua fría —Damián se vuelve a detener pero sin voltear a mirarles- esa muchachita seguro debe estar recibido un ultimátum por parte de su padre. — Y lo más seguro es que me va a escoger a mi, tal y como lo he hecho yo con ella. —Ya me cansé —Dijo su padre levantándose del sofá —Haz lo que te venga en ganas pero entrégame tus llaves —Ordenó con frialdad. —¿Estas jugando? —Nunca he hablado tan enserio en mi vida —extiende su mano— si sales por esa puerta renuncias a todo lo que te he dado. —Bien —mete las manos dentro del bolsillo de su pantalón, saca un manojo de llaves y las arroja al sofá. —No habrá vuelta a tras Damián —advirtio su madre casi como una suplica. —Ya lo dejaron bien claro. Y así, sin más, Damian abrió la puerta y se marcho sin mirar atrás.

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