Capitulo II “Cementerio”

1602 Words
Mi cerebro no podía dar crédito a lo que mis ojos estaban viendo en ese instante, este mundo tan diferente definitivamente no era al que yo pertenecía, casi todas las estructuras tenían formas de catenarias, parábolas, paraboloides hiperbólicos, toda la ciudad se había convertido en una maqueta de Gaudí a tamaño real, con materiales modernos, brillantes, sublimes. —Siento que estoy en Europa — comenté completamente asombrado, mientras que Alika, de pie a un lado de mí se reía descaradamente. —Europa no existe — dejó salir así sin más, causando en mí un gran pesar. —¿Qué le ha pasado? ¿Se ha hundido como la Atlántida? ¿Acaso hubo una guerra que acabó con ella? Lo lamento tanto — mi corazón estaba convertido en un completo manojo de emociones, sin embargo ella no dejaba de reí. —Lo que solías conocer tú como los cinco continentes ahora son uno, La nueva Neopangea — trataba de procesarlo todo, pero no alcanzaba a entender muy bien la mayoría de las cosas que me estaba diciendo, quizás mi cerebro se había comenzado a deteriorar mientras estuve durmiendo o ya estaba muy viejo para aprender nuevos trucos. —Solo pasaron 76 años, es imposible — Repliqué como si supiese más que ella. —No es natural, la Neopangea actual ha sido creada por el hombre, han construido puentes enormes e islas artificiales que nos conectan los unos a los otros, también hay ciudades bajo el agua, les tengo pánico, pero es hermoso. Ya no existen diferencias, este mundo nuevo y mejorado es justamente como debió haber sido el mundo siempre — mientras Alika hablaba podía notar en sus ojos que aún cargaba con una gran pena, este mundo perfecto no había logrado disipar el rencor que había en su corazón. —¿Te sientes bien? — pregunté sin detenerme siquiera a pensarlo. —¿Por qué no lo estaría? — cuestionó ella de vuelta de manera inmediata. —Porque somos seres humanos, es completamente normal sentirse mal de vez en cuando, tener miedo. Si necesitas hablar estoy aquí para ti. —Somos la humanidad superior, hemos dejado atrás el pasado, si siguiéramos enfocados en nuestras emociones seríamos igual a las personas de las cavernas, no existe cabida en nuestro mundo para los comportamientos primitivos — para una persona que decía esas palabras parecía bastante molesta. Preferí no decir ni una sola palabra más, no era mi intención ofender a su persona de ningún modo, ya la había perdido por mucho tiempo, no pensaba volver a hacerlo. Nos subimos a ¿Su auto? Era una especie de dron de color blanco a tamaño real, miraba los controles y solo pensaba «¿Qué carajos es esto?» parecían los mandos de un videojuego. —Que lindo auto — dije para tratar de romper la tensión que sentía ya era casi palpable en el ambiente. —Es Emtis, es muy gentil — expuso ella con cierta felicidad — es El Medio de Transporte Inteligente y Simpático. —¿Simpático? — cuestioné con cierta extrañeza. —Así es — dijo una voz de hombre un tanto aguda — yo soy Emtis, tu fiel compañero de viaje, puedo hacerte reír, bailar o alegrarte el día con palabras de ánimo ¿Quieres ser mi amigo? — una carita con la apariencia de que un niño la había pintado apareció en el lado del vidrio del copiloto. —Un placer conocerte, Emtis. Si quiero ser tu amigo — contesté tratando de no sonar tan incómodo, aunque me causaba bastante gracia — no quiero saber cómo será cuando vaya al baño. —¡Af! No te lo recomiendo — dijo él poniendo unas equis en los lugares donde iban sus ojos — el sanitario tiene una boca bastante sucia. —Vale, que simpático — dije fingiendo una sonrisa — ¿Por qué eres tan agradable? —Soy Emtis, El Medio de Transporte Inteligente y Simpático, te ayudo a evitar la tristeza, la ansiedad y cualquier otra emoción negativa, en nuestro mundo somos fanáticos de la felicidad y yo ayudo a que nadie se sienta solo mientras viaja, podemos escuchar música, jugar al veo veo o platicar sobre algo que te guste. Si necesitas un amigo Emtis será el mejor de tus amigos — su voz alegre la verdad sí me hacía reír de manera espontánea. —Es muy lindo lo que haces, Emtis. Debes estar muy orgulloso — contesté sintiendo una extraña alegría. —Y lo estoy — respondió él completamente alegre. —Me alegra que se lleven bien — intervino Alika en la conversación — pero hemos llegado a nuestro destino. Emtis comenzó a descender lentamente, miré por la ventana, estábamos en la entrada de un cementerio, no quise pronunciar ni una sola palabra, Alika comenzó a adentrarse al lugar, yo solo la seguí, incapaz de decir o de hacer algo más. Miraba a los lados, miraba los nombres en las lápidas y me aliviaba cuando notaba que no estaba mi apellido por ningún lado. Nos paramos justo bajo un árbol que estaba a la mitad del lugar, miré a todos lados ¿Qué hacíamos acá? —Precious… — comenzó a decir Alika con algo de tristeza — es mi deber informarte que tu padre se encuentra acá. Al escuchar sus palabras no fui capaz de responder, caí sobre mis rodillas, tratando de llorar como un niño que le han arrebatado todo su mundo, sin embargo las lágrimas no salían ¿Por qué? No lo entendía, este mundo que había logrado vencer a la muerte ni siquiera debía tener un cementerio, mi padre a quien nunca fui muy apegado ahora se hallaba bajo tierra, hubieron tantas cosas que no fuí capaz de decirle, tantos momentos que nunca pudimos vivir. Tomar una cerveza juntos, presentarle a mi esposa, que jugara con mis hijos, que se sintiese orgulloso de mí. —¿Hijo, estás bien? — escuché la voz de mi padre, estaba alucinando, todo este momento me tenía mal. —No, no estoy bien, papá. Te extraño — contesté entre lágrimas. —Yo también te extrañé mucho, hijo — su voz sonaba entrecortada, como si también estuviese llorando al mismo tiempo que yo. Me di la vuelta buscando esa voz y allí estaba mi padre de pie, justo como lo recordaba. —¿No estás muerto? — Exclamé confundido. —No eres el único robot en el mundo — respondió como si fuese la cosa más normal de el universo. —¿Por qué me has hecho esa broma? — pregunté a Alika con la respiración agitada mientras me acariciaba la frente. —¿Cuál broma? Te dije que tu padre se encontraba acá y aquí está ¿No lo ves? — respondió con cierta ironía bastante notoria. —Debiste ser más específica, creí que estaba… — me detuve un momento antes de continuar — bueno, ya sabes, nadando con los peces, en las puertas de San Pedro, siendo comida de gusanos. —Es lindo jugar con tu cerebro de humano común — confesó Alika sin mostrar ni un solo rastro de remordimiento. —Eres muy mala — ataqué directamente — ¿Y el resto de la familia? – pregunté lleno de curiosidad, ya quería ver a mamá, a mis hermanos, a todos. Aunque para mí solo habían pasado unas horas, aunque para mí todo esto fuese un sueño, la verdad es que deseaba estar junto a ellos en este mismo instante. —Están en casa, vamos, están ansiosos por verte — contestó papá sonriente. Cuando despierte también deseo ir a verlo, la verdad no suelo hablar mucho con él. Nos subimos nuevamente a Emtis, recordando el pasado, poniéndome al tanto de todo lo que estaba sucediendo, aunque al parecer mi cerebro aún no era capaz de procesarlo todo, definitivamente había sufrido mucho daño en ese supuesto accidente o de plano se deterioró después de tantos años hibernando. —¿Por qué hay un cementerio? ¿La gente no es inmortal? — indagué dándome la libertad de ser un poco curioso respecto al tema. —Recuerda que no siempre fue así, hijo — respondió papá de manera inmediata. —Además aún mueren personas de vez en cuando — agregó Alika. —¿Qué quieres decir con eso? ¿Por qué mueren? — eso me causaba una enorme confusión. —Son personas que se niegan rotundamente al cambio, que no logran ver más allá de sus propias pestañas, que aún no creen en la r**a humana superior — comentó ella con un tanto de odio en sus oraciones. —Recuerda que lo más importante de todo es preservar a la r**a humana superior, tú como el primer trasplante exitoso debes predicar con el ejemplo, eres el gran número 1 — acotó papá. «Número 1» dijeron los tres al unísono, sí, incluyendo a Emtis, me daba un poco de miedo cuando hacían eso. No reconocía el camino, de hecho no reconocía nada, sin embargo tenía la sensación de que estaba llegando a donde debía, lo sentía en mi sangre, en mi pecho, en mi alma, estaba justamente donde debía estar. El transporte se detuvo, nos bajamos de él con cierta delicadeza, mi corazón comenzó a latir rápidamente, sentía como una especie de lazo estaba apretando mi cuello, definitivamente tenía miedo, miedo de cómo iban a recibirme, miedo de cómo iba a sentirme, de si realmente aún se acordaban de mí, después de todo al despertar en el hospital estaba completamente solo. —¿Estás listo, hijo? — preguntó papá mirándome directamente a los ojos. —Estoy listo — respondí con firmeza.
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