—Señorita Kejoni muévase rápido que ya viene alguien a la biblioteca. —Me grita Azumi algo desesperada. Estoy inmóvil ni siquiera tengo la voz suficiente para responderle, me quedo sentada en la silla del escritorio observando el tumbado con la mirada vacía. — ¡Señorita Kejoni muévase que no tenemos mucho tiempo! Azumi sigue gritándome con el tono de voz más alto. No le contesto manteniéndome en completo silencio, tras pasar varios segundos Azumi viene a buscarme, para su sorpresa me encuentra tendida en el rincón del piso con el rostro lleno de lágrimas. Ella me recoge de los hombros sin antes colocar el libro en su sitio poniéndolo bajo candado. Sin decirme nada Azumi me lleva a la habitación trayéndome un vaso de agua con dos tranquilizantes para tomar, luego me recuesta en la cama