Al siguiente día — ¡Joven Jack despierte! Son las 11 de la mañana. —Es el doctor que me despierta. — ¡Perdón doctor! Buenos días, ¿Cómo está mi madre? ¿Está mejor? ¿Si le van a dar el alta hoy día? —Le pregunto expresando mi rostro de preocupación e intriga. —Su madre está mejor pero no puedo darle de alta el día de hoy, en las radiografías sale un pequeño coágulo de sangre en el cerebro. Dentro de tres días se la puede llevar. —Me contesta el doctor con firmeza. — ¿No es nada grave ese coágulo? —Le digo con voz apagada, débil y floja. —No se ponga triste Jack, ¡tenga fe!… ¡tenga fe!… —Me responde con voz tierna y afectuosa. — ¡Gracias doctor por su inmensa ayuda, Dios le bendiga! —Le digo amablemente mostrando un poco la sonrisa. Este día también me quedo en el hospital, en esta se