Narración de Kejoni Tanaka (la protagonista)
15 años después
Instituto Superior Nagasaqui, Tokio Japón
«Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper».
Me encanta esta hermosa leyenda de amor, mi abuelita es la persona que me cuenta varias historias del hilo rojo del destino.
Soy Kejoni Tanaka acabo de cumplir 15 años, estudio en el “Instituto Superior Nagasaqui” descrito como uno de los mejores colegios del Japón por su calidad de enseñanza, su nivel de investigación y su internacionalización. Me encanta la variedad de colores y la infraestructura moderna de los edificios, sus anchas ventanas, los parques frondosos lleno de estudiantes provenientes de todas partes del mundo (China, Inglaterra, Alemania, Corea del Sur entre otras), el ambiente aquí es cálido y maravilloso.
La variedad de canchas de tenis, fútbol y básquet es impresionante, pero lo que más me fascina son las piscinas olímpicas de grandes dimensiones que se encuentran en el gran coliseo "Naraku". Este histórico escenario es uno de los más grandes y modernos del mundo con una infraestructura envidiable, además de ser el orgullo de haber tenido como deportistas a algunas de las ganadoras de las medallas de oro olímpicas.
Admiro mucho a Yui Ohashi por obtener 2 medallas de oro en los juegos olímpicos de Tokio en el año 2020. Uno de mis grandes sueños es ganar una medalla olímpica y ser la sucesora de Yui Ohashi.
Estoy inscrita en el seleccionado de nadadoras compitiendo con otros institutos a nivel local y nacional.
Espero este año nos vaya bien ya que el año anterior quedamos en quinto puesto entre veinte institutos, muchas de nosotras nos sentimos defraudadas porque el jurado juzgo a favor de las favoritas.
En fin, espero en el presente campeonato la suerte nos favorezca y podamos ganar el trofeo, si lo logramos estaremos compitiendo en las clasificaciones para las olimpiadas de París para el año 2024.
Al continuar describiendo el Instituto todos son gentiles y amables. Los profesores visten con traje oscuro, de color n***o, azul marino o gris, camisa blanca y zapatos oscuros o marrones. Las profesoras que son pocas usan traje de pantalón, blusa blanca lo más sencilla posible, zapatos negros con un tacón y medias transparentes.
Nosotros los alumnos vestimos el popular llamado "american blazer", es decir, el uniforme con americana y blazers de estilo occidental, con pantalones para los chicos y faldas plisadas para las chicas, en tonos que van desde los negros y grises o azules oscuros hasta los marrones claros y que suelen tener diseños de cuadros escoceses. La parte superior puede ser con americana o con blazer de punto.
Estoy cursando el tercer nivel de secundaria. Me siento feliz al ser la chica más querida del aula, sobre todo aquella amistad sincera que tengo con mi amigo Satō Fujimori. Él es un año mayor que yo, físicamente es lindo, cara redonda, ojos cafés, cabello corto color n***o, viste por lo general de colores claros, es gentil, generoso y posee buen sentido del humor aunque tiene un defecto, "es muy celoso", no permite que ningún chico se me acerca más de la cuenta, si lo hacen el utiliza las artes marciales para darles su merecido. A pesar de sus celos me cae bien.
A propósito al estar hablando de Satō se dirige a mí para entrar juntos a clases
—Hola Kejoni perdón por llegar tarde a clases, mi padre me acaba de llevar a casa el legendario chaleco de mi difunto tío Bruce Lee. ¡Estoy emocionado por tener semejante reliquia! —Satō me saluda mostrando su risueña sonrisa.
— ¡Casi siempre llegas atrasado Satō!, muchas veces te salvo al darte mis tareas para que las copies y no te ponga el profesor cero en clases. —Le contesto frunciendo las cejas en señal de disgusto.
— ¡Tranquila Kejoni no te irrites!, teniendo un hermoso rostro de ángel con tus ojos verdes profundos, cabello rubio-castaño largo hasta la cintura, bonito cuerpo y vistiendo con un look gótico. ¡No es agradable verte enojada! —Satō me dice esas palabras bonitas para no seguirme enojando.
Al entrar al aula todos nos quedan mirando, algunas de mis amigas piensan que tengo algún tipo de romance con él pero esto no es cierto, admito que la confianza que tengo con Satō es única pero esto no significa que seamos enamorados.
Los chicos ven con el ceño fruncido a Satō porque nos les deja que se acerquen mucho a mí, y como saben que es cinturón n***o nadie se atreve a enfrentarlo. La fama de ser familiar del legendario luchador de artes marciales Bruce Lee lo precede.
El día pasa rápido todos nos retiramos a casa, Satō siempre me deja con su chofer en la puerta de la mansión de papá.
Desde que nos conocemos hace 3 años, siente una atracción física y sentimental pero yo lo veo como el mejor amigo. Son cinco veces que me declara su amor pero lo evito, sin embargo, no se aleja de mí teniendo la esperanza que alguna vez corresponda su amor.
Residencia “Tanaka”
Estoy cansada tengo varias tareas del instituto por hacer, recién es martes tengo pereza pero es mi obligación terminar con los deberes. Soy la mejor estudiante del aula y una de las mejores del instituto, papá se siente orgulloso de mí porque siempre le traigo excelentes notas.
Cuando me dirijo a la habitación subo por las gradas de la mansión y al frente en la parte superior de la pared, está el cuadro de mi madre. Soy muy parecida a ella físicamente, su sonrisa es hermosa, de cabello castaño ondulado, la mirada que proyecta pureza y su clásico vestido rojo combinado con blanco. Mi padre la describe como una mujer abnegada, noble de sentimientos y bondadosa. ¡Lástima no tenerla viva para compartir juntas los mejores momentos de la vida!
Miroku mi padre desde hace 15 años atrás se mantiene viudo, no quiere tener otra mujer pese al sinnúmero de oportunidades que se presentan. Es de estatura media, tez blanca, ojos achinados y cabello n***o, viste con elegancia ya que es el accionista principal de uno de los bancos más grandes del mundo, el “Standard Chartered Bank”. Es bromista, juguetón y posee un carácter variable debido a la tristeza que tiene por la ausencia de mi madre.
La mansión Tanaka que es mi lugar de residencia, posee una construcción arquitectónica de madera de tres plantas al estilo de los antiguos emperadores. Al entrar está el genkan, donde nos descalzamos. Las puertas corredizas enrejadas shōji son preciosas y el suelo de tatami de igual manera, todo es fabricado con materiales de la naturaleza, estos son elementos fundamentales haciendo posible adaptar de manera inteligente la habitación a las distintas variaciones del clima japonés. La mansión cuenta con una buena ventilación.
Los meidos (criados) son bastantes, mantienen la residencia impecable sobre todo el jacuzzi, la sauna y piscina ya que con papá y mi abuelita hacemos uso con frecuencia.
A propósito voy a ver a mi abuelita en la biblioteca, le encanta leer libros sobre todo leyendas antiguas del Japón y la China.
La biblioteca está ubicada en el último piso es atractiva y acogedora: La decoración y el colorido es llamativo, la disposición ordenada de sus elementos en el espacio, la amplitud, la luminosidad y la ventilación son perfectas, todo invita a estar en la biblioteca con comodidad y una actitud positiva.
Tiene muchos estanterías horizontales donde hay todo tipo de género de libros que se encuentran organizados rigurosamente; históricos, mitológicos, filosóficos, psicológicos, fantásticos, etc… también hay publicaciones, revistas, documentos y catálogos.
Al acercarme a una de las mesas de estudio está sentada mi querida abuelita Yoko leyendo varios libros. Este fin de año cumple 85 años, tiene el cabello canoso, el rostro arrugado por su avanzada edad y de mirada profunda. Viste con el tradicional kimono “Iromuji” de color blanco y un cinturón del mismo color. Es sabia, de carácter paciente y comprensible, siempre pasa sonriendo.
—Abuelita siempre estás a gusto en la biblioteca devorándote todos los libros que llegan. —Le saludo con un fuerte abrazo.
—Mi querida nieta siempre tan risueña y alegre como Akira tu madre. —Ella me dice al suspirar con nostalgia recordando a mi madre.
— ¿Cuál libro estás leyendo? —Le pregunto a mi abuelita llena de curiosidad.
—Estoy leyendo la leyenda original del hilo rojo del destino. ¿Te la leo? —Me pregunta mi abuelita acariciando mis mejillas con ternura.
—Me has contado varias historias pero no la original, ¡Cuéntame abuelita! Mis oídos están atentos para escuchar el relato. —Le respondo emocionada y a la expectativa por saber la historia de aquel antiguo romance.
“Cuenta la historia de cómo un emperador conoció a la que sería su esposa, gracias a la intervención de una poderosa hechicera capaz de ver el hilo rojo. El emperador le pidió a la hechicera que siguiese su hilo rojo para conocer a la mujer de su destino, y así lo hicieron. La búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con un bebé en los brazos, ofrecía sus productos. Al llegar allí, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: “Aquí termina tu hilo”.
Sin embargo, al emperador no le hizo demasiada gracia que su destino se entrelazara con esa mujer tan pobre, por lo que enfureció, creyendo que era una burla de la hechicera. Así, empujó a la campesina que aún llevaba a su bebé en brazos, haciéndole caer. El bebé, una niña, se hizo una gran herida en la frente que dejó una cicatriz muy particular. A la hechicera, por su parte, ordenó que le cortaran la cabeza. Pero lo que no se esperaba fue lo que pasaría muchos años después, cuando llegó el momento de casarse.
Se le recomendó que se casara con la hija de un general muy poderoso, y para su sorpresa, el día de la boda, cuando le vio la cara se dio cuenta de una realidad: la mujer tenía una cicatriz muy particular en la frente, fruto de una caída siendo un bebé.”
—Abuelita la leyenda del hilo rojo del destino es romántica, es mi sueño hallar esa persona especial con quien estoy unida por aquel hilo. —Le digo mientras mis ojos se humedecen al escuchar la leyenda.
— ¡Ten fe mi querida nieta! si crees en el destino él llega a tu vida a su debido tiempo, eso sí, tienen que luchar contra toda oposición, peligros y distancia. Solamente así sabes con certeza que aquel joven es el verdadero amor. —Mi abuelita me dice estas sabias palabras fijando su profunda mirada en mis ojos.