CAPÍTULO TRES

1134 Words
CAPÍTULO TRES Vivian se despertó sobresaltada y se dio cuenta que estaba acostada en una hamaca en el patio trasero de su casa. El sol se había puesto hacía tiempo, y la luna brillaba sobre la superficie de la piscina. Desde las ventanas de la mansión de su familia, un cálido resplandor naranja se derramaba por el césped perfectamente cuidado. Vivian se incorporó y la sacudió una ola de dolor. Parecía irradiar de sus poros, como si cada una de sus terminaciones nerviosas estuviera en llamas. Su garganta estaba seca, su cabeza le dolía, y tenía una sensación pulsante como dagas detrás de los ojos. Vivian se agarró a los lados de la tumbona para mantener el equilibrio pues tenía náuseas. ¿Que me está pasando? Los recuerdos comenzaron a flotar a la superficie de su mente, de dientes dirigiéndose hacia ella, de un dolor insoportable en el cuello, el sonido de la respiración de una persona grotesca en su oído, el olor de la sangre llenaba sus fosas nasales. Vivian se agarró a los lados con más fuerza mientras recuerdos terribles pasaban por su mente. Su corazón latía con fuerza y ​​su estómago se desplomó al recordar todo a la vez: el momento en que ese Joe la había convertido en un vampiro. La estaba agarrando con tanta fuerza que la tumbona cedió. Alarmada por su fuerza, Vivian se levantó de un salto. Al hacerlo, el dolor que había estado sintiendo inmediatamente se disipó. Se sentía diferente, casi como si estuviera habitando un cuerpo nuevo. Un poder nuevo fluía por sus venas. Había sido una porrista fuerte y atlética -aún así, lo que sentía ahora era algo más que una excelente aptitud física. Era algo más que fuerte. Se sentía invencible. No era sólo el poder. Algo más se estaba acumulando en su interior. Enojo. Rabia. El deseo de causar dolor. El deseo de venganza. Quería hacer sufrir a Joe por lo que le había hecho. Quería lastimarlo tanto como él la había herido. Estaba caminando hacia la mansión, decidida a encontrarlo, cuando las puertas del patio se abrieron. Se detuvo en seco cuando su madre, vestida con sus zapatillas esponjosas de color rosa pom-pom, bata de seda, y gafas de sol de Prada, asomó la cabeza. Era típico de su madre usar gafas de sol, incluso cuando estaba en un lugar oscuro. En su cabello llevaba rodillos, señal de que se estaba preparando para salir, probablemente, a una de sus estúpidas funciones de la sociedad. Al ver a su madre, la rabia recién descubierta de Vivian comenzó a burbujear hasta el tope. Apretó los puños. "¿Qué estás haciendo ahí afuera?", exclamó su madre, utilizando la voz aguda que le ponía a Vivian los nervios de punta. “¡Se supone que deberías estar preparándote para la fiesta de los Sandersons!" Hizo una pausa mientras Vivian daba un paso hacia la luz. “¡Dios mío, te ves como la muerte! ¡Ven rápidamente aquí para que te arregle el pelo.” Su pelo largo y rubio había sido, una vez, el orgullo y alegría de Vivian, provocando la envidia entre sus compañeras de escuela y un potente imán para los chicos interesados, pero en ese momento, Vivian no podía importarle menos cómo se veía. Solo podía pensar en las nuevas sensaciones que estaban rebotando en su cuerpo, el hambre persistente en la boca del estómago, y el deseo de matar que latía en sus venas. “¡Vamos!" espetó su madre, haciendo temblar los rodillos en su cabeza. “¿Por qué te quedas ahí parada?" Vivian sintió una sonrisa en la comisura de la boca. Muy lentamente, dio otro paso hacia su madre. Cuando habló, su voz era fría y sin emoción. "No voy a ir a la fiesta de los Sandersons." Su madre le devolvió la mirada, su mirada estaba llena de odio. “¿Que no vienes?", exclamó. "Esa no es una opción, señorita. Este es uno de los eventos más importantes en el calendario de este año. Si no vienes, va a empezar a correr todo tipo de rumores. Ahora, date prisa, sólo tenemos una hora antes de que llegue el coche. ¡Y mira tus uñas! ¡Parece que te hubieras estado arrastrándose en la tierra! " La miraba con una incredulidad, mezclada con desconfianza y vergüenza. La ira de Vivian sólo se profundizó. Pensó en la forma en que su madre la había tratado durante toda su vida, siempre colocando primero sus compromisos sociales, y sólo se interesaba en Vivian cuando encajaba con la imagen perfecta que quería proyectar al mundo. Odiaba a esta mujer, más de lo que podría afirmar. "No voy a ir a la fiesta de los Sandersons," Vivian gruñó, mientras daba un paso para estar más cerca de su madre. Entonces, se dio cuenta de que había una palabra para lo que estaba haciendo: acecho. Es lo que los animales de caza hacen en la naturaleza cuando se están acercando a sus presas. Un estremecimiento de anticipación corrió por ella mientras observaba el cambio de expresión de su madre: de la frustración al miedo. "No voy a ir a la fiesta de los Sandersons", dijo Vivian de nuevo “o a la de los Johnson, o los Gilbertons', o los Smythes '. No voy a ninguna otra fiesta nunca jamás.” La expresión en los ojos de su madre era algo que Vivian nunca querría olvidar. "¿Qué te pasa?", ella dijo, esta vez había un temblor nervioso en su voz. Vivian se le acercó más. Se humedeció los labios y chasqueó el cuello. Su madre dio un paso hacia atrás, estaba horrorizada. "Vivian ...", comenzó. Pero no pudo terminar. Con las manos extendidas, Vivian se abalanzó hacia ella, mostrando los dientes. Agarró a su madre, le tiró la cabeza hacia atrás, y hundió sus dientes en su cuello. Sus gafas de sol Prada volaron al suelo y ella los pisoteó bajo sus pies. El corazón de Vivian empezó a latir más rápidamente mientras el sabor metálico de la sangre llenaba su boca. Y cuando su madre cayó inerte en sus brazos, Vivian sintió una abrumadora sensación de triunfo. La soltó y el cuerpo sin vida de su madre cayó al suelo, no era más que un montón de miembros retorcidos y ropa de diseño. Sus ojos muertos miraban directamente a Vivian, sin ver. Vivian le devolvió la mirada y lamió la sangre de sus labios. "Adiós, Madre," dijo. Se dio vuelta y atravesó el jardín de sombras, corriendo cada vez más rápidamente, y enseguida estaba volando, en el aire de la noche, sobre su residencia impecable, hacia la noche fría, fría. Ella encontraría al hombre que le había hecho eso, y le desgarraría m*****o por m*****o.
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