Caminé sin mirar atrás sabía que si lo miraba mi rostro se iba a enrojecer, cuando entre a casa era como estar en las nubes tenía una sonrisa y no me di cuenta de que mamá estaba en la puerta me observaba con un rostro furioso... Yo dejé de sonreír y la saludé.
–Hola, mamá ¿qué tal el trabajo?– me acerque para darle un beso, pero ella retrocedió y me miró fijamente.
–¿Dónde rayos estabas?– yo me comencé a poner nerviosa y se me dificultaba hablar.
–Bueno... Es que... yo.– suspiré para calmar mis nervios e inventar una excusa creíble.
–Me quedé en la biblioteca estudiando mamá.– ella cruzó los brazos y me fulminó con la mirada buscando algún gesto que me delatara.
–Si, te quedaste en la biblioteca ¿por qué me llamaron que te fuiste temprano de la escuela?– yo abrí los ojos muy grandes
