Narra Christina —Noah—llamo, abriendo su puerta lentamente. Está enojado conmigo porque le hice comer verduras. Corrió a su habitación y le di diez minutos para que se calmara antes de ir a buscarlo. Lo encuentro paseando a lo largo de su habitación, caminando de un extremo al otro. Le gusta pasear; según él, le ayuda a despejarse la cabeza. Sé que obtuvo ese rasgo de su padre. Una de mis cosas favoritas cuando tenía doce años era ver a Marcus caminar sin rumbo por una habitación. —Mamá, necesito mi medicina—me dice, mirando hacia arriba. —Oh, está bien—le digo, moviéndome hacia él y poniéndolo en mi regazo—¿Hay algo mal? —Me duele la cabeza. Y he tenido problemas para leer mi libro. No entiendo nada de eso—me dice, señalando el libro que Tania le compró hace dos semanas. —Está bie