Echo Cuando el camarero se fue, me sentí aliviada. Siempre estaba mirando y se había acercado mientras hacíamos el pedido, acabando justo a mi lado de nuevo. Miré a Victor. Estaba mirando fijamente al camarero. —¿Está todo bien? —pregunté. —No me gusta lo cerca que estaba de ti ni lo abierto que era con su naturaleza. Deberíamos irnos —respondió. —Pero acabamos de pedir. Sería grosero, Victor. El restaurante habría desperdiciado todo el dinero de la comida —le respondí. —No les costará mucho. La mayoría de las noches hacen descuentos más grandes que eso —dijo Rosy. —Por favor, no me hagas irme porque algún chico estaba actuando raro. Realmente quiero quedarme aquí. Tal vez sea por mi sangre, también —ofrecí. Se miraron el uno al otro. Algo pasó entre ellos, pero no entendí sus expre