—Entra, Echo —llamó Victor.
Abrí la puerta y me incliné.
—Los donantes se han ido. ¿Tu oficina te gusta?
—Sí. Lo hiciste fantásticamente. Miramos alrededor de la planta de abajo y cada habitación es perfecta. Tienes un ojo maravilloso —dijo sonriendo.
Sus halagos me hacían sentir increíble. Quería hacerlo feliz porque me había dado mucho. Era mi amigo, no solo el vampiro al que servía.
—Ven y siéntate. Tengo mi equipo. Podemos tomar y probar tu sangre ahora —dijo Rosalynn.
Me senté en uno de los asientos de cuero frente al escritorio de Victor. Ella sacó un pequeño equipo y comenzó a desempacar cosas. Había algunas bandas de goma, agujas, tubos y pequeños contenedores.
Tomó mi brazo y buscó en el pliegue hasta que encontró lo que buscaba. La observé atar una banda de goma alrededor
