Una adquisición y una advertencia

1447 Words
—Allí está ella. Echo, este es Victor. Me di cuenta de que no os presentamos oficialmente. Ahora, sé bueno para él. Estaré en la sala de estar con tu madre —dijo papá. —Sí, señor—respondí en voz baja y cerró la puerta. Tragué saliva y miré al vampiro. Solo medía un metro sesenta y tres, por lo que él era mucho más alto. Me miró y apretó los labios en una línea delgada. —¿Estabas llorando? —preguntó suavemente—. No tengas miedo, pequeña. No te haré daño. —G-Gracias. ¿Dónde le gustaría que esté para su alimentación, señor? —pregunté. Suspiró y se quitó las gafas de sol. No me había dado cuenta hasta ese momento, pero estaba temblando. No había tenido tanto miedo desde la primera vez, cuando tenía siete años. —No me alimentaré. Ya comí antes —dijo. —L-Lo siento —Respiré profundamente para calmar mi voz—. ¿Hice algo mal? ¿Cambiaste de opinión por mi causa? ¿Cómo puedo arreglarlo? Por favor —supliqué. —¿Qué sucederá si no te compro? —cuestionó. La pregunta me heló. Trabajé para controlar el temblor que empeoró cuando me lo preguntó. Si no era él, sería algún otro vampiro. Al menos este ofrecía mucho. Tenía que ser él. Nadie más pagaría tanto y mis hermanos lo necesitaban. Mamá siempre me decía que no dejara que los vampiros supieran que tenía una hermana y un hermano. Decía que sería peligroso. Podrían decidir llevarse a Harmony o Val. No podía imaginar que tuvieran que lidiar con ser alimentados. Odiaba la idea de que estuvieran asustados y potencialmente heridos. Este dinero se aseguraría de que nunca tuvieran que vender su sangre. —Se enojarán conmigo, me encerrarán y seguirán recibiendo ofertas hasta mi cumpleaños, supongo. Me venderán al postor más alto, incluso si no es tan alto como lo que ofreciste. Tu oferta era realmente grande —respondí en voz baja. —Necesito hacer una llamada. Siéntate en el sofá y mantente callada —ordenó. Me senté y esperé. Con suerte, me llevaría y podría cuidar de mi familia una última vez. Si no me quería... No me gustaba pensar en qué otro de mis clientes hizo esa oferta de setecientos mil. Algunos de ellos eran realmente aterradores. —Rosalynn. Tengo a la chica. Necesito que el Consejo me reembolse dos millones. Los padres están tratando de vendérmela. Si no compro, alguien más lo hará. No.... Probablemente.... La convertiré en mi sierva diurna por ahora. No creo que esté a salvo en otro lugar. Es casi igual de pálida que yo y no tiene cicatrices, ni ella ni la madre.... Lo sé.... Lo olí cuando se acercó.... Exactamente lo que pensaba. Nos vemos el martes. Cerró los ojos brevemente al colgar el teléfono. —Vienes conmigo. Quiero que vayas a empacar tus cosas —dijo volteándose hacia mí. —Sí, señor—dije levantándome—. Pero, si salgo sin una marca de mordida, sabrán que no te alimentaste de mí. —Les diré que te mordí el muslo. No lo notarían a simple vista. No tengas miedo. Te mantendré a salvo. Tendrás mucha más libertad y nunca más tendrás que alimentar a nadie si no quieres —Sonrió. —¿De verdad? ¿Nunca más? —No pude ocultar el alivio en mi voz. —De verdad, nunca más. Ahora, ve. No quiero pasar más tiempo aquí y necesitamos repasar algunas cosas antes de llegar a mi casa —Asintió hacia la puerta. Salí apresuradamente, pasé junto a mis padres y entré en la cocina para agarrar algunas bolsas de supermercado para mis cosas. Podría ser una sierva. Ya lo era. Nunca más alimentar a un vampiro. Estar a salvo. Eso era lo que realmente quería. Quizás no pueda ver a mi hermana y hermano de nuevo, pero sabré que estarán cuidados. Esperaba que no fuera un truco para hacerme más ansiosa por ir con él. Pero, nunca me mordió. Aunque era un vampiro, sentía que podía confiar en él. Era suficiente para tener esperanzas. Diez minutos después, tenía mis cosas empacadas y escribí una nota de despedida con rotulador n***o en la parte trasera de mi puerta. Harmony probablemente la vería el lunes después de la escuela. Ella se aseguraría de intentar verme tan pronto como llegara a casa, justo antes de cambiarse para su trabajo después de clase. Nunca me veían los domingos. Yo siempre estaba en la cama cuando llegaban a casa el sábado por la noche. No le dije que iba con un vampiro, solo que la amaba a ella y a Val y que los vería de nuevo algún día. No quería que se preocupara demasiado por mí, pero tampoco quería que me buscara. mi Amo podría ser amable conmigo, pero quién sabe qué haría si se enterara de mis hermanos. Apurándome hacia arriba, entré en la sala de estar, esperando no haber tardado demasiado. Mis padres sonreían y estrechaban la mano del vampiro... mi Amo. Me acerqué y esperé con la cabeza baja. —Bien. Sigues las instrucciones bien. Señor y señora Gale. Su aceptación de ese dinero fue un acuerdo. Esta chica ahora me pertenece y no tienen más derecho sobre ella. Sin embargo, esta parte de nuestra reunión es una advertencia. El Consejo de Vampiros sabe que estaban negociando con sangre de niños. Saben que planeaban vender a su hija. Y saben que tienen otros dos. Si descubrimos que hacen algo así de nuevo, recibirán una consecuencia final muy clara. La misma consecuencia que ya han sufrido sus clientes vampiros —gruñó. Mis padres se pusieron casi tan pálidos como yo. Fue agradable verlos asustados por una vez. Se agarraron las manos y asintieron rápidamente. —Ven, Echo. Tenemos mucho que hacer —dijo mi Amo y se dirigió hacia la puerta. Desearía haber podido decir algo, pero quería irme tanto como él. Lo seguí por la puerta y hasta un auto estacionado en la calle. Era un auto de color oscuro bastante bonito. No sé qué tipo, no me interesan los autos. —Tres bolsas de compras —se burló—. ¿Es todo lo que tenías? —Sí, señor —respondí. —Llámame Victor. Mételas en el asiento trasero. Tú vas en el asiento delantero conmigo. ¿Tienes escuela el lunes? —preguntó mientras subíamos al auto. —No, Victor. No voy a la escuela. Tenía un certificado de educación en casa, pero mi mamá lo tomó y no lo he vuelto a ver —respondí. —Haré que Drew te inscriba. Podemos falsificar algunos expedientes. Solo necesito que él te haga una evaluación para colocarte en las clases adecuadas. Aquí hay una universidad comunitaria. Quiero que pienses en lo que te gustaría estudiar después de la escuela secundaria. Cuando no estés en la escuela, trabajarás para mí. Tengo muchas cosas por hacer en casa. Cambiaremos tu nombre a Echo Nightshade. Ningún vampiro te hará daño una vez que lleves mi nombre —me dijo Victor—. Me gustaría que consideres quedarte conmigo después de cumplir los dieciocho años. Te mereces que cuiden de ti. Después de lo que supe que pasaste, debería haber un momento en el que puedas disfrutar siendo tú. Por lo general, un sirviente humano es libre de vivir su vida como quiera. Solo tienen que atender las necesidades de su amo primero —dijo. —Gracias. Lo pensaré—dije y observé cómo pasaba el paisaje. —¿Has comido? La persona que teníamos vigilándote dijo que casi nunca te veía comer —dijo suavemente. —Tengo más oportunidades de comer los sábados —respondí—. ¿Tenías a alguien vigilándome? —Recibimos un informe sobre alguien que vendía sangre de un niño. Investigamos. Me quedaré aquí indefinidamente para asegurarme de que no vuelva a ocurrir —contestó. —Así que sabías de mi hermana y mi hermano. Mis padres nunca los harían hacer eso. Sé que no lo harían. Yo era... —Me detuve. —¿El qué? —preguntó Victor. —Malvada. Ellos eran los que se suponía que debían serlo. Yo era quien les robaba —le dije. Fue como si todo el auto se enfriara. En el reflejo de la ventana, pude ver cómo apretaba el volante con fuerza. Mamá siempre decía que a los vampiros les gustaba más porque yo era malvada. A él no pareció gustarle eso, sin embargo. —Nunca vuelvas a decir que eres malvada —dijo rígidamente. Asentí y conducimos el resto del camino en silencio. Estaba preocupada de haberlo enojado. Realmente esperaba no ser castigada por ello.
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