CAPÍTULO NUEVE Duncan, con sus hombres a los lados, marchó por la capital de Andros seguido por los pasos de miles de sus soldados victoriosos, triunfantes, con sus armaduras retumbando mientras pasaban por la ciudad liberada. A cualquier parte a donde iban, se encontraban con los gritos de júbilo de los ciudadanos, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, todos vestidos con los elegantes ropajes de la capital y apresurándose hacia las calles de piedra para arrojarles flores y regalos. Todos sostenían con orgullos las banderas de Escalon. Duncan se sintió victorioso al ver las banderas de su tierra ondeando una vez más, al ver a estas personas que pasaron de la opresión a un júbilo de libertad. Era una imagen que nunca olvidaría, una imagen que hacía que todo valiera la pena. Mientras el sol