Capítulo 4 El olor de la carne tostada se desliza debajo de la puerta de mi dormitorio donde estoy orando ostensiblemente. Lo que siempre le decimos a Adnan es que lo que realmente estoy haciendo es estudiar. Los Ghuraba quemaron todos los libros, pero Mamá ocultó algunos para que tuviéramos algo que leer además del Corán. El olor se hace más fuerte cuando entro en nuestra cocina. Es salado y carnoso, con un toque de romero y algo más. ¿Tal vez ajo? La electricidad está funcionando, según lo que dice Adnan, quien está pegado a la pequeña televisión que tenemos en el mostrador. Nasirah pone un plato de guisantes mientras Mamá tararea una vieja melodía folklórica siria, revolviendo una olla llena de arroz. —¿Cordero? —huelo—. ¿De dónde vino? —El comandante lo envió —dice Mamá. —¿Por sa