Siempre me ha encantado el cambio que ejerce mi voz en Gia cuando le hablo de esta manera, es como si volviéramos al bar hace tantos años y empezáramos a conocernos, como si no pudiéramos controlar nuestras reacciones, por lo menos, yo no puedo hacerlo. — Por supuesto, señor — Se muerde el labio inferior y yo deseo morderlo en el acto. Toma su tiempo para desnudarse, me mira intensamente mientras cada prenda se desliza por su cuerpo, lleva un conjunto de ropa interior blanco, sencillo, funcional. Sonrío, al ver sus mejillas sonrojadas, está claro que no pensaba verme y mucho menos tener sexo conmigo, está claro que se vistió cómodamente para su jornada de estudios. — ¡Hermosa! — Susurro, sin poder dejar de mirar el contraste del color blanco con su piel bronceada, Gia puede ponerse