PERVERSO, el amor del millonario

Capítulo 25: Incredulidad

LA INCREDULIDAD

"Imposibilidad o reserva que tiene una persona para creer algo que no ve o que no está demostrado, aunque esté aceptado o consensuado por la mayoría"

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En la actualidad

Luka

— ¿Qué diablos estás diciendo? Ten al menos la valentía de afrontar tus acciones Me he hecho una prueba de ADN y por supuesto que Jean es tu hijo, Danna no puede transmitirle mis genes masculinos — Le digo acercándome a él.

Está instalado en un sofá cerca de la ventana, verlo me remueve las entrañas, imagino que estoy viendo mi reflejo en unos años, solo que espero no tener un rictus de amargura en mi cara, como el que tiene él y mucho menos verme tan pálido y ojeroso.

— Nunca me encontré con tu hermana personalmente, o tú lo sabrías — Llevo intentando comprender cómo fue posible que mi padre y Danna establecieran una relación, sin que yo obtuviera un mínimo de información al respecto — La primera vez que tu hermana me escribió, era una adolescente, yo todavía vivía aquí, en Bélgica y era un hombre muy poderoso, recibí la carta de alguien con el apellido Meyers y la leí solo por curiosidad y por el mismo motivo le respondí, no llegamos a vernos. En sus cartas me reflejaba lo mucho que te odiaba, así que intenté ayudarle. La última vez que me escribió fue antes de su desaparición, parecía cambiada, no hablaba mal de ti, me dijo que vuestra relación había cambiado, le respondí que si necesitaba ayuda en algún momento podía contar conmigo — Habla claro, mirándome a los ojos, no parece estar mintiendo — No volví a recibir una carta suya, hasta ahora — Mi cuerpo se pone en alerta, se supone que mi hermana está muerta.

— Danna está muerta — Respondo y me dirijo a mi escritorio, él se pone de pie y toma asiento frente a mí.

— Eso pensaba, así que me pareció muy extraño recibir su carta — Se acerca al escritorio — Hijo, conozco la letra de tu hermana, como se expresa, y esa carta es de ella — Mi dolor de cabeza se agudiza y siento un pitido en los oídos — ¿Estás bien? — Levanto la mirada rápidamente, tengo la impresión que mis ojos se han dilatado.

— Muéstrame la carta — Philipho me entrega un papel que tiene en uno el bolsillo de sus pantalones, lo despliego y mis ojos se humedecen al reconocer la letra de Danna que no parece falsificada.

"Querido Philipho, tal vez te sorprenda que te escriba, pero una vez me propusiste ayuda y hoy la necesito. Ayúdame a escapar de este infierno.

Aclararé todas tus dudas cuando nos veamos"

Parece escrita de prisa, no hay fecha, no hay firma.

— Yo... — El dolor se ha vuelto casi que insoportable, la tensión en mi cuerpo no me permite concentrarme, es estúpido, pero no quiero aceptar la realidad.

— Está viva, lo sabes ¿Verdad? — Con cada día que pasa, y cada información que descubrimos, me doy cuenta de que Danna está viva y me impresiono por su capacidad de mentir y hacer daño.

— Enviaste la amenaza contra mi hijo — Le respondo, no quiero hablar con él sobre la posibilidad de volver a ver a Danna con vida.

— No, vuelvo y te lo digo, no soy el padre y no estoy interesado en hacerle daño — Esta conversación, me incomoda; sin embargo, intento prestar atención a cada palabra o gesto de Philipho, sabe mentir muy bien.

— ¿Por qué nadie te podía ubicar desde hace días? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué atacaste a mi esposa? — Philipo se lleva las manos a los bolsillos y saca un papel doblado en varios pliegues y me lo entrega.

— Por esto — Me dice y yo tomo el papel y lo abro deprisa, no tengo la menor idea de por qué me tiemblan las manos, el papel sin haber leído su contenido me altera considerablemente.

"Un hijo por otro hijo ¿Decide de qué lado estás? Desaparece o Jérémie pagará las consecuencias. T"

Mis manos tiemblan mucho más que al principio ¿Un hijo por otro hijo? ¿Quién diablos es T?

Me pongo de pie, la ira me embarga y no puedo controlarme, golpeo con fuerza mi escritorio y lanzo todo su contenido al suelo.

Philipho me observa sin inmutarse, frío como siempre.

— ¿Quién es ese T? ¿Lo conoces? — No entiendo absolutamente nada, algo no cuadra, comparto genes masculinos con Jean y al menos que haya un error, lo que dudo, no tiene nada que ver con mi hermana — Solo deseas confundirme, te conozco Philipho — La ira me sobrepasa, me acerco a él y lo tomo del cuello de su traje y lo levanto de la silla, acerco mi cara a su cara, somos tan parecidos físicamente que en ocasiones detesto mi propia cara — ¡Tú eres el padre de Jean! ¡Por qué lo niegas! — Mis manos tiemblan y mi cabeza va a estallar, he gritado, lo que nunca hago, este hombre ha sobrepasado mis límites.

— Luka, tienes que creerme, no soy el padre de Jean, nunca vi a tu hermana y no tengo la menor idea de quién pudo enviar este mensaje — Me dice y yo lo suelto, él trastabilla y luego se organiza el traje.

— Es la misma persona que nos envió un mensaje reclamando la paternidad de Jean, se supone que ese tal "T" es el padre de Jean — Susurro y me acerco a la ventana de mi despacho, observo la calle, el tráfico y cierro mis manos en puño.

— ¿Y por qué creías que soy yo? — Me giro y lo miro, este hombre le hizo la vida imposible a mi madre y ahora se atreve a buscar a mi mujer, como si nada.

— Te lo he dicho, comparto el mismo gen con Jean — No logro comprenderlo, no es posible, soy hermano de su madre, no hermano de su padre ¡Un momento!

— ¿Tienes otro hijo? — Pregunto acercándome a él, es una posibilidad muy loca, pero no puedo pensar en otra cosa.

— ¿Un hijo? — Se queda en silencio y empiezo a perder la paciencia.

— Philipo ¿Tienes otro hijo o no? — Pregunto con la mandíbula apretada — Porque si no eres tú el padre de Jean, entonces es tu hijo y te aseguro que ese hijo no so y yo — Mi padre palidece por completo.

— Eso no puede ser posible — Parece perdido, desconcertado.

— ¿Y qué otra explicación tienes? — Vuelvo a gritar — ¿Explícame cómo puedes estar relacionado con Jean? ¿Por qué diablos él comparte tus genes? Porque yo no soy su padre, soy su tío materno, el hermano de su madre, pero ahora resulta que comparto genes masculinos con él, genes paternos, ¿puedes explicármelo? ¿Por qué diablos fuiste a buscar a Gia? — He perdido por completo el control.

— Porque sabías que no me verías, quería hablarte sobre la amenaza y prevenirte, porque eres mi hijo y Jérémie es mi nieto — Siento como si mis arterías fueran a estallar en mil pedazos, ¿Qué diablos está diciendo este hombre?

— No eres mi padre, Jérémie no es nada tuyo, lárgate y no vuelvas a acercarte a nosotros — Lo miro de frente — No quiero que te acerques a ningún m*****o de mi familia.

— Hijo — No soporto que me llame de esa forma, siento como si cabeza fuera a explotar.

— ¡No soy tu hijo! — Vuelvo a gritar y la sensación de pesadez se empieza a adueñar de mi cuerpo — Dedícate mejor a buscar al hijo que al parecer tienes — No puede pasarme ahora, no delante de él — Voy a volver a repetir la pregunta ¿Existe la posibilidad de que tengas un hijo? — Su silencio me lo dice todo ¡Mierda!

— ¿Dónde está? ¿Quién es su madre? — Tengo que saber la mayor cantidad de información rápidamente, no me siento muy bien y no quiero que Philipho descubra que soy débil.

— No lo sé, fue hace algunos años y yo estaba en otro momento de mi vida, en realidad no estoy seguro de qué ... — Este es el hombre más egoísta que conozco, ahora lo desprecio más.

— Dame datos, nombres, dirección — Tengo que llegar a mi escritorio, solo que la pesadez en mi pierna cada vez es más fuerte.

— Lo siento hijo, no recuerdo mucho de la chica yo...

— ¡Maldita sea! ¿Te das cuenta de que por tu irresponsabilidad mis hijos están en riesgo? Lárgate, no quiero ver tu cara nunca más — Grito de nuevo.

—Hijo, por favor... — Su mano intenta tocarme y la empujo con la poca fuerza que tengo en este momento.

— ¡No soy tu hijo! ¡Lárgate! — No puedo creer por lo que estoy pasando ahora, no logro calmar mi furia, con él, con la posibilidad de que tenga un hijo, que tenga un hermano al que no conozco, tengo furia con mi cuerpo, conmigo mismo, por dejarme afectar por este hombre.

Pierdo el equilibrio, no logro sostenerme, intento llegar a mi escritorio y sentarme, las pulsaciones en mi cabeza aumentan, la sensación desciende y mi pierna y pie derecho se vuelven incontrolables, estoy perdiendo movimiento.

— ¡Luka! — El brazo de Philipho se acerca a mí, intento alejarme, no quiero que me toque.

— ¡Déjame! ¡Lárgate! — Repito e intento empujarlo, estoy agotado, solo desearía poder dormir un poco, esto es realmente humillante

— No, no voy a volver a dejarte — ¿Qué diablos quiere este hombre? Podría estar mintiendo y ser él el padre o trabajando con mi supuesto hermano biológico.

— He dicho que te largues, no quiero volver a ver tu cara cerca de mí o a mi familia, no vuelvas buscar a mi esposa y ni se te ocurra acercarte a mis hijos — Sigo caminando lentamente, no soporto la sensación, pierdo el equilibrio.

— Hijo — Siento el brazo de Philipho sosteniéndose — ¿Estás enfermo? — Su pregunta colma mi paciencia, estoy metido en un lío por su culpa.

— Déjame, no necesito de tu ayuda, nunca la he necesitado ¡Fuera de mi vista! — Grito incontrolable y lo empujo, sin embargo, no tengo mucha fuerza y no he logrado que se mueva, siento que en cualquier momento puedo perder por completo el control de mis movimientos, no quiero que me vea en este estado, en ninguno.

— ¿Luka? — La voz de Gia me llena de sentimientos contradictorios, no quiero que me vea de esta manera, pero a la vez me siento aliviado de tenerla aquí y de que esté bien.

Ella corre hasta mi lado y me abraza, la miro a los ojos mientras ella intenta sostenerme.

— ¿Podría retirarse, por favor, señor Makris? — Escucho la voz suave de Gia, habla con calma y tranquilidad, pero sé que en su interior está ansiosa, muy asustada.

— Por supuesto, querida — Gia me sostiene con su brazo mientras observamos a Philipho, estoy sudando, no podré continuar en esta posición por mucho más tiempo y ella tampoco, soy demasiado grande — Voy a encontrarlo — me dice Philipho mirándome a los ojos — ¡Cuídelo! — Mira a Gia y se vuelve y sale del despacho.

— ¡Dios! — Gia suspira y da un paso acercándome al escritorio — Amor, no puedo sola, tienes que ayudarme ¿Quieres que llame a uno de los chicos? — Logro dar unos cuantos pasos y Gia me ayuda a sentarme en la silla, está estresada, angustiada y me duele verla de esta manera — no Dime que tengo que hacer, amor, nunca te había visto de esta manera — Gia se inclina y toma mi mano entre las suyas.

— Tranquila, tesoro — Le digo, pero estoy cansado, mis ojos empiezan a cerrarse y no logro mover mi pie.

— Luka, debo llamar a alguien, me estoy asustando — Me dice mucho más angustiada que antes.

— Tesoro, todo va a estar bien, tranquila — Intento calmarla, pero en esta ocasión siento que es diferente y que no podré salir adelante sin ayuda.

— No, no puedo tranquilizarme, no estás bien, voy a pedir ayuda — Gia sale corriendo de la oficina y yo intento sostener mi brazo que pesa mucho más, la sensación de entumecimiento aumenta y e intento ejercitar mi mandíbula.

— Amor, ha llegado la ayuda, van a trasladarte al hospital — No puedo creer lo que está pasando, un grupo de urgencias entra al despacho, mis ojos se están cerrando, tengo sueño y muchas ganas de ahorcar a Gia. La ambulancia ¿Una ambulancia? ¿En serio?

— Señor, necesitamos que no se duerma, por favor, ¿Podría decirnos su nombre? — Vale, las preguntas de rutina, empiezo a contestar, pero cada vez la sensación de somnolencia aumenta, debo dormir, aunque sea un momento.

La imagen de Philipho llega hasta mi mente y la idea de tener un hermano que se ha confabulado con mi hermana me estremece, esa es la única explicación existente y estar consciente de esto me hace sentir un poco indefenso, no tengo la menor idea de quien pueda ser ese hombre, tener un hermano desconocido es algo que nunca me imaginé y menos que esa persona quisiera hacerme daño.

Debo proteger a mi familia, pero no puedo hacerlo de esta manera, tengo que encontrar una solución, tengo que curarme o al menos volverme más funcional, soy el señor perverso y ni esto, ni un supuesto hermano van a acabar conmigo.