Cuando vuelvo a abrir los ojos, todo está en silencio y no hay señales de Gia, me he quedado dormido y ella se ha ido, miro la hora, las siete y treinta, tengo poco tiempo para preparar a los chicos. Me levanto y corro a prepararme para llevar a los chicos a la escuela y comenzar mi nuevo día. — ¿Qué sucede? — Los últimos días han sido especiales, los niños intentan estar conmigo todo el tiempo posible, lo que me indica hasta qué punto los herí al partir de casa. — Me duele la garganta, siento como si me hubiese comido una cucharada de arena — Levanto una ceja y me cruzo de brazos. — ¿De qué tipo de arena? — Él baja la mirada. — ¿Arena, arena? — Lo miro, fijamente. Hoy es jueves y como sabe que el fin de semana se acerca, empieza a buscar excusas para no ir a clases. — Levántate, vas