Las amigas de Denise, contrario a lo que se podría pensar, eran muy divertidas y bastante desinhibidas. Los juegos en la despedida fueron bastante sugerentes y candentes, también hubo bailarines que las deleitaron con bailes muy atrevidos y casi todas se pasaron un poco con las bebidas. Aunque después de un rato, DenisSe decidió irse porque quería descansar bien para el gran día. Se despidió de todas agradeciendo su compañía y la organización impecable de la fiesta. Un rato después, Diana también se escabullo y regreso al hotel.
Al salir del elevador, camino por el pasillo zigzagueando un poco mientras buscaba en su ridículamente pequeño bolso de mano, la llave de la suite. Hizo algunos intentos fallidos hasta que una mano muy masculina acaricio la suya y tomo la llave para girarla y colocarla dentro de la ranura en la posición correcta, la puerta se abrió enseguida. John le rodeo la cintura y la levanto para besarla mientras al mismo tiempo entraba y cerraba la puerta haciendo equilibrio con un pie. En una mano llevaba un precioso ramo de rosas rojas y en la otra, una botella de Ice Impérial Rosé.
Fue otra noche mágica, donde le había hecho el amor en diferentes posiciones, intenso y duro, pero también tierno, gentil y absolutamente dulce. Se quedo toda la noche con ella, le hizo mil preguntas porque quería saber todo sobre ella y estuvo tan maravillosamente envuelta en la locura de ese delicioso “coctel de amor”, que no se preocupo por preguntarle nada importante acerca de él o sobre su vida. John había hecho un estupendo trabajo rodeándola de atenciones, mimándola y haciéndole el amor, distrayendo su atención para que no pudiera pensar en nada, ni en nadie más qué no fueran ellos dos y luego la había dejado exhausta, feliz y profundamente dormida. Cuando salió de la habitación, tenía el corazón en un puño y llevaba el enorme peso de la culpa sobre los hombros.
Jamás le había hecho nada parecido a ninguna mujer y se sentía destrozado por dentro. Nadie se merecía eso y Diana mucho menos, se le había entregado completa y sin reservas, le había dicho "te amo" cuando creyó que dormía, quizás temerosa de que todo fuera un simple sueño o que él no sintiera lo mismo. Por supuesto que él sentía lo mismo que ella, y se sentía peor porque, no lo había hecho por diversión y mucho menos por el simple placer de f0llarsela. Ella simple y sencillamente lo había flechado, fue amor a primera vista. Nunca había sentido tanto deseo por alguien, tanta pasión y una necesidad de poseer tan avasalladora. Intento luchar contra el sentimiento, pero poco a poco arraigo muy dentro y fue inútil resistirse. El problema es que ya era muy tarde, él tenía un compromiso ineludible que cumplir y aunque habría dado todo cuanto poseía por regresar en el tiempo y cambiar las circunstancias que lo obligaban a separarse de ella, la realidad era que, eso no era posible a menos que ocurriera un milagro.
El teléfono la despertó muy a tiempo para prepararse, debía estar en la iglesia muy temprano ayudando a De, pero se sentía demasiado perezosa. John la mantuvo despierta prácticamente toda la noche y estaba adolorida, pero absolutamente feliz. Le dijo que tenía que trabajar, estaba en el medio de una fusión entre dos empresas muy importantes que lo mantendría ocupado todo el día, pero le prometió que la llamaría y si no podía terminar temprano, la buscaría en el hotel por la noche. Su plan era, asistir a todos los eventos de la boda de su mejor amiga, ya que, afortunadamente era una boda de día y en cuanto De y su príncipe azul se retirarán para cambiarse y emprender el viaje de luna de miel, ella se retiraría discretamente y regresaría al hotel para esperar a John.
Corrió a la ducha, feliz, se tomo su tiempo para bañarse y recordar. Habían sido dos noches maravillosa y se sentía tan bien, aun cuando prácticamente no había salido de la habitación. Se obligo a dejar de fantasear y prepararse para la ceremonia donde su hermana daría un paso muy importante hacia la vida de ensueño que ambas habían planeado para su futuro. Aun podía recordar cuando se dormían soñando con el príncipe azul y su boda de cuento de hadas.
Todas las Damas estaban reunidas en uno de los saloncitos privados, anexos a la preciosa capilla que se ubicaba dentro de la enorme propiedad de la familia Deveraux. Denise ya estaba peinada, maquillada y vestida, se veía realmente hermosa y lucia feliz, aunque por momentos, los nervios la embargaban y era su trabajo ayudarla a controlarlos. En ese momento sus inseguridades la tenían al borde del colapso, dudaba de todo, el vestido, el maquillaje, el peinado, las zapatillas, las flores, pero en ningún momento declaro sentirse insegura de casarse con su príncipe azul, lo adoraba y casarse con él era lo que más deseaba en la vida.
Denise le pidió que se acercara y cuando lo hizo, le acuno el rostro entre las manos.
—Di, quiero pedirte perdón por… ¡Te quiero! Lo sabes, ¿verdad? No lo dudes, pero… no podía pedirte que fueras mi Dama de Honor. Quería que este día fuera perfecto…
—Lo sé, soy muy distraída y vivo cruzando el océano. Llegue apenas dos días antes, De, no tienes que justificarte, ni preocuparte por mí. ¡Estoy tan feliz por ti! —le dijo con genuinas lagrimas de felicidad.
—¡Gracias, Di! ¿Oye? —su amiga levanto la vista sonriéndole, mientras secaba sus lagrimas con un pañuelo o terminaría arruinando su maquillaje— ¿Dónde están tus aretes? Esperaba que los llevaras puestos hoy. Creí que mi boda era una fecha importante para que los usaras. Voy a creer que no soy tan especial para merecer el honor.
—¡Claro que eres importante! Es solo que, los usé y no pude encontrar uno, debió caerse en la cama y… —su amiga la miro le dedico una sonrisa cómplice.
—No sé lo que te hace ese hombre, que te tiene toda desorientada, pero… me alegro mucho por ti. Si alguien merece mucho amor y ser feliz, esa eres tú.
—Gracias, De. Pero no te preocupes, este es tu gran día y la única que importa eres tú. Así que, deja ya los nervios porque todo saldrá perfecto, te ves hermosa y será la boda maravillosa y encantadora que siempre soñaste.
—Si, tienes razón. Lo único que lamento es que, no pudieras conocer a Jonathan antes de la boda, pero, una vez pase la ceremonia y me sienta más tranquila, voy a presentártelo.
—Por supuesto, estoy deseando conocerlo.
Alguien llamo a la puerta, esa era la tercera llamada y todas la Damas salieron del salón para tomar sus lugares. Algunos minutos después, Diana tomo su lugar, le sonrió a su acompañante masculino y camino por el pasillo de la iglesia, feliz por su amiga y feliz porque estaba enamorada de un hombre maravilloso, mientras que su mente, por instantes, se perdía en los recuerdos de la noche anterior. Al ocupar su lugar, solo se preocupó por pararse correctamente, tomar su ramo de una forma cómoda y sin poder contener su curiosidad miro hacia el otro lado del altar, ahí estaba el novio, pero le daba la espalda, parecía algo rígido, seguramente por los nervios y justo en el momento en que él se daba la vuelta, la música comenzó a sonar y ella desvió el rostro hacia su amiga. No quería perderse su espectacular entrada, ni perderse un solo segundo de su caminata hacia el altar, hacia sus sueños hechos realidad, hacia el hombre que amaba y con el cual, pasaría el resto de su vida. El Sr. Villalba beso a su hija en la frente y ella le sonrió antes de volverse hacia su príncipe azul, su rostro resplandecía, se veía radiante, le sentaba muy bien la felicidad. Entonces lo miro a él, quería asegurarse de que sentía lo mismo por ella y que…
Su corazón se detuvo por un segundo y luego comenzó a latir demasiado de prisa, sus piernas se debilitaron y flaqueo un poco, la chica a su lado la sostuvo y la miro interrogante, negó con la cabeza e hizo un esfuerzo sobre humano para mirar de nuevo, pensado en que había sido una alucinación.