Después de un rato por fin se puso serio y para cuando Gabriel se acercó, con una encantadora sonrisa en los labios, Diana no pudo negar que Iván tenía razón, jamás habría podido engañarlo. Era completamente imposible hacer creer que Gabriel era su hijo y precisamente esa fue la razón por la cual tuvieron que mudarse de Querétaro a Guadalajara. Al menos en esa ciudad, la gente que los conocía ahora, no sabía nada sobre ellos y quizás especularan sobre su vida, pero no les había dado la suficiente confianza como para atreverse a preguntar. El único consuelo que Diana tenia era que, seguramente pensarían que fue madre soltera y que Iván era el padrastro de Gabriel, lo cual era exactamente la verdad. Pero si había algo que temía muy profundamente en su corazón, el día en que su hijo la cuesti
