Unos días después, cediendo a su insistencia, por fin accedió a verlo. Iván ya la esperaba en el café que quedaba cerca de la editorial donde tenía una cita importante más tarde. Le habían pedido ilustrar un libro de cuentos para niños y ese era uno de los trabajos que le gustaban más. Iván se levantó en cuanto la vio entrar al lugar, la recibió con un abrazo y un beso en la mejilla, después le retiro la silla y espero a que ella estuviera cómodamente sentada para volver a sentarse. —Y, ¿cómo estás? —Bien, ¿por qué? —Pues no lo sé. Tal vez esperaba que llegaras aquí, radiante y feliz. —Pues… estoy feliz… —se acarició el vientre y le sonrió. —¿En serio? —Diana le puso los ojos en blanco y eso fue más que suficiente para dejar zanjado ese asunto— Bueno… eso quiere decir que, seguimos