Diana estaba sentada, tomándose un respiro cuando Gabriel entro corriendo a la estancia donde se había ocultado. Estuvo gritando por toda la casa hasta dar con ella y cuando se acercó, estaba agitado, con las mejillas encendidas y una enorme sonrisa. Hablaba entre jadeos y le era muy difícil entender lo que quería decir. Dejo su bebida en la mesita que descansaba a un costado de su silla de mimbre y trato de calmar a su hijo para que pudiera explicarle lo que sucedía. —Gabriel, tienes que calmarte porque no entiendo nada. Respirar hondo… ok… ahora suelta el aire —accedió pero con impaciencia y le enseño el teléfono, pero solo podía ver el registro de actividad en el teléfono y la última llamada era de un numero desconocido— Ok. Recibiste una llamada, ¿de quién? —Johnny… esta… aquí Dian