—¡Por Dios! Deni, ¿vas a seguir insistiendo con eso? Al día siguiente, John seguía de mal humor y con resaca. Caminaba rumbo al comedor sin detenerse a prestarle atención a su esposa, la cual caminaba detrás suyo, e importándole un comino que se estuviera comportando como un patán con ella, cuando él siempre se distinguía por ser el perfecto caballero inglés. Pero es que, Denisse lo sacaba de quicio, cada vez que volvía con la misma cantaleta de siempre y ya estaba harto. —No estoy hablando de volver a Londres, John. Pero sería factible mudarnos a los Estados Unidos. —¿Y qué hago con Jared? Simplemente lo llamó y le digo, ¿sabes que? Todo ese trabajo que has hecho y el estrés por el que has pasado, fue en vano porque, ya lo pensé bien y prefiero quedarme con la división Norteamérica.