Ya de regreso en la oficina, ella le dio un suave beso en los labios y le susurro al oído, sugerentemente, que lo estaría esperando en casa. Él sabía muy bien lo que pretendía, había pasado el tiempo necesario, incluso más y no podía seguir postergando sus obligaciones como marido. Lo que le hizo analizar sus propias palabras, ¿desde cuándo acostarse con su esposa, era una obligación más que un placer? Denisse subió a su camioneta para regresar a la casa y él subio a su oficina. Era verdad que tenía muchos pendientes, así que, al menos podía agradecer que tenía el consuelo de que el trabajo lo distraería de sus pensamientos. Ya de regreso en casa, estando sobre los primeros escalones, miro hacia arriba y después de algunos minutos, regreso sobre sus pasos y se encamino hacia el pasillo p