— ¡Llévatela! — El rey le ordena sacarme, al hombre que acompañaba a Alexandro el primer día que estuve en este lugar — No tiene que irse, señorita. Douglas, encárgate de que la señorita se quede los próximos minutos en la fiesta — El hombre se acerca a mí y me toma de un brazo, mi mirada frustrada e imponente se entrelaza con la de Alexandro, y lo más triste de todo lo que acaba de pasar, es que su mirada no transmite nada, solo frío, parece tan glacial que no comprendo como hace algunos segundos me tenía completamente perdida entre sus brazos.
— Su majestad — Alexandro le habla a su padre como si fuese un extraño — Le ruego que deje a la señorita Whitter fuera de todo esto — ¿De qué está hablando? ¿Qué sucede entre ellos? Sé que dicen que en las familias reales no todo es como parece, pero es escucha como si hablara de algo peligroso, como si estuviéramos cometiendo un delito.
— Sabes lo que tienes que hacer, Alexandro, y no quiero excusas — La voz de su padre es baja, pero me genera un miedo infernal.
— ¡Vamos! — Levanto la mirada y esta se pierde al encontrarse con la de Alexandre, que aprieta las manos en puño y levanta el mentón, asiente y se vuelve hacia su padre.
El hombre me saca del lugar y me dirige con paso ligero hacia la fiesta, no dice nada por el camino y yo me siento como el estúpido juguete s****l del futuro rey, porque este hombre, nos vio la primera noche que estuve aquí y sabe lo que hicimos.
La cantidad de gente en el gran salón me abruma, empiezo a observar sus rostros y sus sonrisas falsas, la mayoría de esta gente no parece feliz, los sigo observando y descubro como algunas miradas se encuentran en silencio, algunos dedos se rozan rápidamente, manos que se deslizan al pasar por la espalda de alguien ¡Qué horror! Pareciera que todos fingen.
— Aquí estás hermosa, lo más emocionante de la noche va a comenzar — Escucho la voz de Nilo, que sonríe mientras se acerca y me entrega una copa — Siento haberte abandonado, es difícil rechazar a la gente — Pasa su brazo por mi cintura y acerca mi cuerpo al suyo.
— No te preocupes, encontré con qué entretenerme — Le digo ligeramente y vuelvo a pensar en su hermano.
— Vamos a bailar — Nilo nos acerca a la pista de baile, su porte y estilo es tan elegante y Real que todos en la sala empiezan a observarnos.
Estoy nerviosa, porque aunque tengo claro que todos los que se encuentran en este lugar no son mejores que yo, me están juzgando y se están fijando en cada uno de mis movimientos.
— Tranquila, no te dejes intimidar por ninguno de estos hipócritas — El comentario de Nilo ayuda a calmar mis nervios, al menos sabe lo que pasa a su alrededor — Lo que puedes hacer es imaginarlos a todos desnudos — Concluye. Y yo no puedo evitar reír a carcajadas, aunque intento callarme enseguida al ver como me observa la gente, al parecer he cometido un delito capital al reír ¡Qué gente tan pesada!
— ¿Y crees que tienen cuerpos Reales? — Pregunto mirando furtivamente a las parejas danzadoras a nuestro alrededor.
—¿Reales? — Posa su mano en mi cintura y el ritmo de un suave vals empieza a sonar por toda la habitación y todas las parejas comienzan a girar en círculos.
— Sí, Cuerpos reales de reyes, no de realidad — Le digo intentando concentrarme en este baile infernal.
— ¿De sangre azul, quieres decir? Pues mira, si me pisas con tu tacón muy fuerte y mi pie sangra, te puedo jurar que la sangre saldrá roja, pero si el pie se me pone luego azul, entonces seguro pasaré la prueba y tendré un cuerpo real de reyes — Me dice muy serio y yo me quedo observándolo un segundo y luego soy consciente de la estupidez que pregunté y los dos empezamos a reír.
Dejamos de reír y mi cuerpo se agita al escuchar el toque de la batería que acelera el movimiento de todas las parejas, Nilo me sostiene con fuerza, sin dejar de mirarme a los ojos y por un momento creo que voy a caer.
La canción se vuelve más intensa, más demandante y mi corazón se acelera, hace calor y al girar las caras de las personas se desdibujan ¡Tengo náuseas!
La música se detiene abruptamente y todos los bailarines detienen sus movimientos en medio de la sala. Trago con fuerza, estoy algo mareada, soy pésima para bailar.
— Qué empiece la función — Murmura Nilo muy bajo, como si no quisiese que yo lo escuchara.
— Les pedimos disculpas a los fervientes bailarines — anuncia un hombre bajo que se acerca a nosotros.
Antes de que pueda continuar con su discurso, mi mirada se desvía hacia la puerta central donde dos figuras descienden, como si se tratase de un edecán que dirige a su amada hacia el lugar más iluminado de la habitación.
Mis ojos se llenan de lágrimas y no logro entender las palabras que pronuncia el hombre frente a nosotros.
La mirada de Alexandro, intensa y fría, se centra en la mía y yo solo puedo contener mi respiración.
—Mi hermano como siempre, llamando la atención de todos, el puto centro de atracción — Continúo mirándolo, mis ojos continúan humedeciéndose y mis manos empiezan a temblarme, cuando mi mirada se detiene sobre la mano de la próxima duquesa, que se sostiene de manera posesiva del brazo de Alexandro. La mujer del vestido azul.
El silencio reina en la sala un segundo antes de escuchar el anuncio que posiblemente partirá mi corazón en mil pedazos.
— Señoras y señores, la familia Real se place en anunciarles el compromiso del futuro Rey de esta Nación, el príncipe heredero, su alteza Alexandro de Valois, con la señorita condesa y futura duquesa de Luxemburgo, Carlota Namur — Siento el brazo de Nilo sosteniéndome y a pesar de eso, no puedo dejar de observar el ceño fruncido de Alexandro, que da un paso hacia adelante cuando siento mis piernas ceder.
— Vamos, no soy quien importa ahora, puedo desaparecer — Me dice Nilo inclinándose sobre mí, y Alexandro se detiene al ver su gesto. Antes de que Nilo me haga girar y salir del lugar, observo como Alexandro tensa su mentón, con furia, sabiendo qué está mirándonos mientras nos vamos, rodeo la cintura de Nilo con mi brazo y me dejo sacar de este lugar.
Soy consciente de que no nos estamos yendo del castillo, lo que no logro entender muy bien. Empieza a dolerme la cabeza y he intentado controlar la humedad de mis ojos, esperando que mis lágrimas no se desborden.
— ¿A dónde vamos? — Me siento cansada, como si me hubiesen golpeado una y otra vez.
— Debo recoger algo de mi habitación antes de llevarte a casa — Lo sigo, aunque no me siento muy segura de lo que estoy haciendo.
Caminamos por un lugar del castillo que no conozco, sus colores son más suaves y acogedores, llegamos hasta un portón central al final del pasillo y Nilo abre la puerta. Dudo por un instante.
— Nena, no te preocupes, no voy a hacerte nada que no quieras, te aseguro que solo recogeremos algo — Extiende su mano y la tomo con calma, pero antes de dar un paso hacia la habitación, soy consciente de un movimiento y vuelvo rápidamente mi cara para ver la sombra de alguien que podría jurar, es el hombre que siempre está con Alexandro.
Me vuelvo y Nilo está sonriendo, mirándome fijamente ¿Acaso no ha visto al hombre? O posiblemente sea algo normal y no le interese.
— Bienvenida querida, me encanta tenerme en mis aposentos, espero que algún día también sean los tuyos — Sonríe y yo bajo la mirada, al darme cuenta de lo que acaba de decirme, entro y escucho la puerta al cerrarse, levanto la mirada, y siento su cara cerca a la mía.
— Nilo — Susurro.
— Solo un beso, querida. Me muero por besarte — Su boca desciende y por un segundo quiero rechazarlo, pero recuerdo a su hermano y su brazo sosteniendo a su prometida y entonces me inclino, paso mis manos por su cuello y le devuelvo el beso.