Aléjate

1713 Words
Estoy temblando y muy asustada, como por arte de magia, aparecen varios autos que nunca había visto y nos rodean, abriéndonos el camino y ocultándonos de los autos de la policía y de los periodistas. — ¿Qué sucede? — Pregunta Jess. — Alexandro — Responde escuetamente Serena ¿Qué le ve Jess a esta chica? No se parece en nada a la de mis sueños. — ¿Es por su auto? ¿Sabe que lo tenemos y lo está protegiendo? — Vuelve a preguntar Jess. — Alexandro lo sabe todo — Responde Serena con un tono de voz que no logro descifrar, parece nerviosa ¿Acaso tiene miedo? — Pero creo que está protegiendo algo mucho más preciado que su Cámaro — Levanto la mirada y encuentro la suya a través del espejo, es tan fría que me genera escalofríos. — ¿De qué hablas? ¿Tiene algo muy importante en el auto? — Pregunta Jess. Hemos salido de la pista y nos hemos alejado por una pequeña calle, Jess conoce muy bien las calles de este pueblo y ha perdido a los autos que nos seguían. — Jess deben devolver este auto, pero preferiría que no lo hicieras tú — Dice Serena, en realidad parece asustada. — ¿Crees que el príncipe Alexandro va a hacernos algo malo? — Le pregunto. Hasta ahora no había intervenido, pero necesito comprender algo más de esa loca conversación entre ella y Nilo. — ¿Lo crees tú? — Me pregunta. — No lo sé, no lo conozco — Respondo deprisa. — Eso es lo que dices — Miro a Jess que sigue concentrado conduciendo ¿Acaso ella sabe lo que está pasando entre Alexandro y yo? — Keira, creo que Serena tiene razón, el príncipe no le hará nada a una mujer y menos a ti, pero a mí va a matarme o a despedirme — Jess estaciona el auto, mientras sigo pensando en sus palabras ¿Acaso él sabe algo? — Jess, yo no... — No te preocupes, el príncipe Nilo te defenderá — Dice bajando el auto — Sal y llévalo al taller, las llaves están conectadas — Salgo del auto y me encuentro con la mirada fría de Serena. — Aléjate de Alexandro, no sabes en lo que te estás metiendo y no involucres a Jess en esto — Me dice acercándose a mi oído — Si no quieres morir, corre lejos de él, muy lejos Keira y tal vez así puedas ayudarnos ¡Corre! — Se aleja y observo como toma la mano de Jess y giran en la esquina. Los dos autos llegan y se detienen cerca. Siento como si mi corazón se hubiese detenido y el frío se apodera de mi cuerpo, a pesar del calor que está haciendo. Parpadeo en varias ocasiones y soy consciente de que me encuentro en la calle de río, la que seguí una noche sonámbula antes de lanzarme al precipicio, guiada por la voz de Serena que me pedía que corriera y buscara ayuda para ella. Doy una profunda bocanada, con mucha fuerza. Me duele el pecho, me tiemblan las manos y las lágrimas han comenzado a deslizarse por mis mejillas. Serena, la de la vida real, acaba de decirme las mismas palabras que la Serena de mis pesadillas, pero ella nunca ha dado muestras de reconocerme ¿Qué diablos está pasando? Cómo puedo ayudarla si estoy tan perdida que ya no sé distinguir entre la realidad y la fantasía. He visto como actúa Alexandro y no creo que sea una persona cruel, pero en ocasiones dudo de sus acciones y de su frialdad y misterio ¡Si se está aprovechando de mí y yo lo estoy dejando! Podría con facilidad ser una persona de doble cara, porque me engaña una y otra vez y yo sigo creyendo en él. Me alejo del auto y me siento en el andén, mis piernas ya no pueden sostenerme y las lágrimas inundan mis ojos. Estoy desesperada y angustiada ¿Qué hago? ¿A quién le creo? Nilo siempre ha sido genial conmigo, pero siento una adversión entre él y Alexandro y además me llamó gatita, pero Alexandro también lo hace a pesar de que le dije que no me gustaba. ¡Voy a volverme loca! Observo los dos autos deportivos que nos seguían, detenidos cerca del Cámaro y al menos tres hombres vestidos de n***o están de pie, vigilándome. — ¡Ahhhhhhhhhhhhhhh! — Grito — ¡No puedo más! — Me levanto del andén y me siento invadida por la rabia y el miedo, tengo miedo por lo que pueda suceder, por no saber quién es quien en este cuento y por estar enamorada de alguien que puede ser el hombre equivocado y además siento rabia porque Alexandro me ha puesto en esta posición que detesto y porque no hice nada y solo lo deje estar, como una puta sumisa — ¡Maldición! — Golpeo la llanta delantera del auto con mis pies, las ataco con fuerza, sin preocuparme del dolor que pueda sentir — ¡Te odio, imbécil! ¡Te odio! — Mi respiración se entrecorta y mis lágrimas aumentan. Escucho varios pasos acelerados y sé que los hombres de Alexandro van a separarme del auto. Siento unas fuertes manos que me rodean desde atrás cerrándose en mi cintura y tirando de mi cuerpo lejos del auto. — ¡Keira, tranquila, nena, tranquila! — Me vuelvo a escuchar su voz. Me vuelvo y me cuelgo a su cuello y sigo llorando desesperada y cansada, no puedo más con todo lo que me está sucediendo, con mis pesadillas, con Nilo, los encuentros furtivos con el príncipe Alexandro, mis dudas y la humillación que me hizo vivir la reina. — ¡Te odio! — Le susurro a Alexandro entre sus brazos — Has destrozado mi vida, ¡Te detesto! — Mis lágrimas entrecortan mis palabras. — Y yo te amo, pequeña. Por ahora es suficiente por los dos — Me susurra y besa mi cabello. Quiero seguir gritando y golpeándolo, pero ya no tengo fuerzas para hacerlo, ¡estoy agotada! — ¿Vas a hacerle daño a Jess? — Le pregunto sin dudarlo, sus hombres seguramente le dirán a Alexandro que él conducía su auto. — ¿Debería hacerlo? — Lo empujo, su respuesta y su tono de voz me han llenado de temor. Continúo llorando y mi desesperación es peor al darme cuenta de que Alexandro podría pensar en dañar a Jess. — ¡No le hagas daño, por favor, Alexandro! ¡No lo hagas! — Vuelvo a empujar y me muevo entre sus brazos intentando escapar de ellos. — ¡Cálmate, preciosa! Te llevaré a casa — Siento como levanta mis piernas y me agarro con mucha más fuerza a su cuello. Camina conmigo en sus brazos como si yo fuera un bebé y yo no puedo dejar de llorar y de pedirle que no le haga daño a Jess. Cierro los ojos, estoy agota y solo quiero dormir, escucho la puerta del auto y siento la suave textura de cuero del asiento, cierro los ojos. — Abre los ojos — Lo hago ante la orden de Alexandro, que me deposita en el suelo de mi habitación ¿Quién le ha dado mis llaves? — Tu compañera no está en casa — Me dice subiendo mi vestido por mis piernas — Levanta las manos — Lo hago y siento la textura de este por mi cuerpo, mi cintura, mi pecho y mis hombros. — No quiero... — No logro decirle nada, porque su mirada me envuelve. Él observa mi cuerpo y frunce el ceño. — ¿Para quién te has vestido así? — Llevo ropa interior roja, a juego. Me cambié sin que Mara me viera y ahora me siento estúpida llevando esto, nunca presto atención a que mi ropa interior combine y no utilizo de color rojo. Pero hoy pensaba que podría verlo, que estaría en la pista o al menos me seguiría y quería estar preparada — ¿Para quién, gatita? — Me dice y el sueño se me pasa. — Te he dicho que no me llames así — Lo empujo. — Y yo te he dicho que no me cabrees Keira — Me alejo y busco una camiseta de Jess que me encanta usar como pijama y la paso por mi cabeza cubriendo mi cuerpo. — ¿Y qué me vas a hacer? — Me acerco a él, sintiéndome más segura ahora que estoy vestida. — ¿Para quién te pusiste eso? — Repite. Estoy cansada de discutir, el cansancio vuelve a mí y solo quiero dormir. — Para mí, Alexandro. Me lo puse para mí — Le digo y siento que las lágrimas vuelven a mis ojos. — Eso no te lo crees ni tú. No me mientas Keira — Me dice y yo solo quiero acabar con todo esto. — Me lo puse para ti, porque quería que me siguieras, que me buscaras, quería ser importante para ti — Le digo y vuelvo a empujarlo, me acerco a la cama y me meto en ella — Por favor cierra cuando te vayas — Le pido cubriendo mi cuerpo con la sábana. De inmediato siento su pecho pegándose contra mi espalda y unos fuertes brazos rodeando mi cintura. Su calor me reconforta y a pesar de todo lo que ha pasado y de todas mis dudas, con él me siento en seguridad. Una lágrima se desliza de mis ojos y desciende hasta su brazo paras ser seguida por otras más. Trato de ser silenciosa, de contener mis lágrimas y de no pensar en todo lo que está pasando en mi vida, trato, aunque las lágrimas continúan. — Nunca te haría daño, Keira, ¡Nunca! Ni aunque me arrancaras el corazón — Escucho el susurro de Alexandro — Siempre te busco, aunque sepa que no estás, eres lo más importante para mí, preciosa — Besa mi mejilla y limpia mis lágrimas — Descansa, yo velaré tus sueños — Me dice y yo siento que algo falta. — Jess... — Susurro. — Nunca le haría daño — Su respuesta es fría, seca, pero por ahora es suficiente para mí. Cierro los ojos y espero no volver a soñar con Serena.

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