No había empleados a dos metros de la mesa donde estaban sentados Nathan y Valentina. —¿Tenemos algún virus o, que? — Valentina frunció las cejas y miro a Nathan, esta era la comida más difícil de comer en sus 25 años. —Significa que te respetan — Nathan dijo las palabras con deje de arrogancia, como si el que él estuviera allí, significaba un privilegio para sus empleados. Ella no pudo evitar suspirar, realmente le gustaba pasar desapercibida, no le gustaba ser el foco de atención. —Vamos... come algo de tu plato. Nathan, con una sonrisa en el rostro, le sirvió la comida atentamente como un esposo enamorado. Además, de hacerlo con una expresión encantadora, a la cual era muy difícil resistirse. Valentina se le quedó mirando fijamente, mientras pensaba que como siguiera así ella caer