Una mañana fría

433 Words
Acabo de llegar al pueblo, no es como lo imaginaba, con sus establos y gente indígena... Más bien parece que nunca salí de la cuidad, con la diferencia que aquí sus habitantes están contados. Así es soy la chica que presume por todo, incluso por el sabor de los cafés. Es mi primer día de escuela y los uniformes son un poco anticuados. Que más puedo hacer, más que dar un suspiro: -¡Ahhhh! tengo que conquistar está escuela, Aunque no se para que quiero lograr eso sí es una simple escuelucha de pueblo. Todos me miran raro, parece que soy el bicho que llegó entre tanto rosal... Al fin encontré el salón. :-Disculpe se me hizo tarde, no encontraba como estaban ordenados- fue lo que dije al abrir la puerta. Todos se empezaron a reír, solo me acerque más al profesor quien me indico mi pupitre. He estado así por 2 semanas sin hablarle a nadie y sintiéndome como antes... Pero no quiero hablar de eso, no quiero recordar esos tiempos. Por eso cambie de vida y de lugar. Aunque ahora que lo pienso parece ser mala idea. Jamás creí que ser la "nueva" me traeria tanta pereza. Intenté no darle tanta importancia a lo que me hacían cuando me veían. Creen que por ser de ciudad uno no puede rebajarse a la altura de ellos, por favor, claro que se puede, pero no me gusta la violencia... bueno ya no! Ya pasó una semana más y al parecer deje de ser el centro de atención, creo que ya soy "parte de la escuela. Al día siguiente todo hiba cómo un día común hasta que un chico se paró enfrente de mi... Me preguntó mi nombre a lo que yo le respondí, me llamo Michael, a lo que el me respondió que bonito nombre, solo sonreí y me di media vuelta. El siguio caminando atrás de mi y me dijo, segura que no quieres saber mi nombre. -¡Dios; pensé, -Este chico está guapo, pero por qué ahora! Solo incline la cabeza y le dije: - Déjame pasar-, -No te pongas nerviosa, no muerdo-, era ilógico lo que decía, yo ponerme nerviosa ja. Pero al parecer si hacía que me pusiera nerviosa. No sé cómo lograba hacerlo, solo sucedía. Al parecer sentía algo extraño, que jamás imaginé sentirlo. El era como algo nuevo para mí. Cada mañana intentaba no encontrarlo, pero aunque cambiará de ruta, él, simplemente aparecía de nuevo, con su sonrisa y el gesto de saludarme. Empecé a odiar y a la vez a amar lo que hacía.
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