Lenin se sentó en la cama con un semblante muy triste, alzó la mirada a Ruth y un gran silencio las sumió. —Lo siento, —fue lo único que se le ocurrió decir— ayer… no sé qué me pasó. —Tranquila —dijo Ruth y se sentó en el borde de la cama—. Los primeros días en la academia son muy difíciles. —No es eso —replicó Lenin—. Cayden… —Lenin —interrumpió Ruth—. Ya estoy informada sobre lo sucedido con Cayden y hablé con él. Está dispuesto a cambiar su personalidad contigo para que se lleven mejor. —No, pero yo no quiero ser su compañera —soltó Lenin con tono preocupado. —Lenin, —Ruth miró con detención a la joven— eres y seguirás siendo la compañera de Cayden. —¿Por qué? —Porque así debe ser —respondió Ruth. —¿Debo dejar que Cayden me trate mal y sea posesivo conmigo? —inquirió Le