A pesar de todos los juegos de sofás cómodos y disponibles que ofrecía la clínica privada para aquellos pacientes que esperaban ser atendidos o para los acompañantes de estos que debían de esperar, Theron se negaba tomar asiento. Parado contra una pared, con su espalda recargada en esta y sus brazos al igual que sus piernas cruzadas una encima del otro, Theron Knox esperaba a que su dulce humano terminara de ser revisado por el médico. Al hombre lobo no le interesaba el fuerte olor a medicamentos y útiles de limpieza que había en toda la clínica, perturbando su sensible sentido del olfato, Theron no tenía pensado mover ni un solo músculo hasta que viera a Maison salir. Inclusive su lobo, quien se encontraba irritado por la bomba de olores fuertes que presentaba la clínica, estaba de acu