Cuando Caden abrió la puerta de su casa, todo su cuerpo se tensó y su lobo se movió en alerta en su mente, indicándole que algo estaba mal.
Internándose en su casa silenciosamente, toda cautela le dejó cuando contempló a Theron sentado relajadamente en su sofá en la sala de estar, con sus piernas alzadas recargadas en su mesita de centro.
—Hey, finalmente llegas —expresó a modo de saludo, alejando su mirada de su celular.
—¿Qué haces aquí? —cuestionó con mal humor, quitándose su chaqueta para dejarla en el respaldar de un sofá individual.
—Vine a verte —respondió con tono obvio—. No me mires así, me dijiste que no te molestara más en el trabajo y no lo hice —argumentó Theron—. Deberías de agradecerme.
—¿Por qué?
—Por obedecer —respondió y observó a su alrededor—. Por cierto, creo que
