El Maestro soñador soltó una explosión de energía mental más fuerte de lo que Wayne había esperado. El ataque fue una furia silenciosa que encontró a Wayne desprevenido. Se estaba ahogando repentinamente en un mar hirviendo de odio de Rondel.
“¡Vin! ¡Vinnie!” Una voz femenina aguda, vagamente familiar, cortó el aire. Las olas de rabia cesaron de una manera tan abrupta como habían comenzado, para ser reemplazadas por igual cantidad de confusión. Rondel y Wayne miraron a su alrededor para ver de dónde venía la voz.
Sobre sus cabezas suspendidas en el espacio, había una cama con dosel con retazos de encaje. En la cama estaba la figura de la señora Rondel, con su cabello blanco y su cara gorda y pintada. Miró al otro lado, directamente a Rondel, sacudiendo un grueso dedo acusador.
“Has hech
