—Buenos días mi Dalila –le dice George a Mirla que aún no se había levantado— te traje el desayuno a la cama; quiero consentirte hoy antes que me abandones por una semana, te traje jugo de naranja hecho en el cafetín de la universidad, preparado por aquel joven que atiende la barra y que realmente es cupido.
—Buenos días mi Sansón; deja el desayuno ahí, y vente que quiero quitarte la fuerza antes de irme —le dice Mirla muy tentadora –levanta la sabana y mira lo que tengo para ti; estoy segura que no tendrás fuerzas para levantarte y dejarme así.
—Te aseguro que no caeré en tus provocaciones, déjame ver —dice George juguetón —¡oh Dalila!, esto es más fuerte que yo; te juro que no me bajare de esta cama hasta que no venza hasta el último filisteo de tus deseos; dime como salgo de este hech
