—Parece que algún amor canadiense se ha llevado tus pensamientos Henry —le dijo Mary colocándose a su lado, habiendo terminado ya sus labores. —No Mary; estaba pensando en invitarte a un paseo a respirar el aire de ese lindo atardecer; ¿me acompañarías?—le dice dedicándole una sonrisa. —Con gusto Henry; así te muestro un poco más, los encantos de la ciudad —le responde pensando que cada vez le es más difícil decirle que no a Henry. —Tú eres Mary, uno de los más bellos encantos que he visto en esta ciudad— sintiendo placer viendo a Mary sonrojada. —Eres muy halagador Henry –dijo Mary ruborizada, bajando la vista. Tenían varias semanas trabajando juntos y compartiendo momentos agradables, Mary se sentía muy a gusto acompañando a Henry mostrándole la ciudad, le gustaba la confianza co