Aidan. — ¿Por qué me das explicaciones? Pregunta cuando me detengo justo en frente de su casa, giro un poco el cuerpo para quedar frente a ella. — Porque no quiero que pienses mal de mí. — ¿Te importa que lo haga? — Claro. Respondo sin dejar de ver sus ojos, ella remoja un poco sus labios bajando la mirada. — No pienso mal de ti. Dice en voz baja. — Gracias por eso. Digo en un suspiro, aliviado de que ella no piense cosas malas de mí, sonrío levemente hasta que ella eleva su mirada hacia mí. — No creo que sea relevante mi forma de pensar de ti. — Araceli… — Gracias por traerme. Me interrumpe y abre la puerta del auto bajando rápidamente, cuando hago el amague de bajarme también, me doy cuenta de que ella se fue corriendo y por más extraño que parezca o como si el des