Aidan. Después de una hora conduciendo, logro llegar a la manada, bajo del auto para entrar a casa, sin embargo, a unos pasos de la puerta, esta se abre dejando ver a mi madre quien me mira de arriba abajo e incluso me toma de los hombros para seguir buscando algo en mí, arrugo el entrecejo. — ¿Qué sucede madre? — Aidan, hijo, me tenías muy preocupada. Responde acariciando mis mejillas, luego me atrae a un abrazo que correspondo con gusto, siento que mi madre me olfatea y segundos después se aleja de mí mirándome con su entrecejo arrugado. — Hueles un poco_raro, ¿dónde estabas? Pregunta con tono neutral, trago saliva pensando en algo, no sé si decirle la verdad. — Eh… mamá… — Aidan, hueles a… a una especie de calmante, no quiero pensar que te hayas metido algún tipo de_droga.